Editorial 557 - Carta a la Iglesia de nuestro Señor Jesucristo en los Estados Unidos de América
- Cuerpo Editorial
- 6 ene
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Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
Amados hermanos en el norteño país que hace frontera con el nuestro: paz, salud y amor de Cristo les llene el corazón.
Hemos estado al tanto de muchos asuntos espirituales que nos competen en este blog. Pronto tomaremos una pausa para reacomodar contenidos, pero en lo que llega deseamos pedirles, amados hermanos establecidos allá, a que como hemos escrito a la Iglesia de nuestro Salvador, Señor y Maestro Jesucristo en el Dominio de Canadá, debemos como hermanos hispanoparlantes llevar el testimonio escrito a otras lenguas, si es posible.
También a no descuidar el desempeño de las autoridades locales según su influencia y tipo mediante la oración y el ruego ante el Padre en el Santo nombre del Señor, puesto que a eso somos llamados; lo que no es correcto es usar a la congregación como plataformas de propaganda política. La política, amados hermanos, es una ciencia social, nacida en el mundo que sigue las reglas del mundo. En ocasiones, se basa en principios bíblicos para establecer criterios y posturas que no tienen más relevancia que convencer votantes y no para evangelizar.
Es por eso que sugerimos dejar a los políticos que hagan lo suyo y la Iglesia realizar lo que le toca: velar por los intereses del reino en la circunscripción territorial donde esté asentada.
Con esto, NO estamos prohibiendo practicar tal carrera, solo no revolver las cosas de César con las cosas de Dios. El Señor Jesús es muy claro que la palabra de Dios no puede ser tomada en vano y si hacemos citaciones bíblicas que sea para predicar y no como plataforma partidista.
Sabemos que aquella nación se rige diferente, es “cristiana” y tiene otra moral; pero nuestra fe es una, un solo es nuestro Señor y por tanto, una sola palabra, la ley de Cristo a través del nuevo pacto, nos gobierna a todos los que creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios y no negamos, sino confesamos su nombre.
Siendo el anterior argumento para la defensa de la fe verdadera, recordemos que Cristo solo es uno y procurar el amor fraternal antes de abrir otra corriente más. Cuando Cristo se refirió a ser causa de división, lo hizo con respecto al mundo y sus placeres, no entre hermanos en Cristo. Muchas denominaciones son surgidas de aquel país por cuestiones de “revelaciones” o interpretaciones personales de muchos.
Amados de Cristo: nuestro Señor no viene por denominaciones, viene por quienes realmente confesaron su nombre, guardaron su testimonio y trabajaron por cuidar su salvación (es decir, obedecieron sus mandamientos, se santificaron y renunciaron a su antigua forma de vivir) puesto que la salvación es única, pero puede llegarse a la perfección.
No permitamos que los religiosos se infiltren, los nicolaítas o judaizantes tergiversen todo y que los falsos obreros dinamiten la unidad de las congregaciones. Tampoco hay que contaminarse con celebraciones, costumbres y tradiciones que no son del Espíritu.
Con tristeza hay que señalar que hay más doctrinas que fe, hay más grupos y asociaciones que manadas de ovejas y pocos servidores del evangelio. Nosotros estamos hechos de otra esencia y no requerimos de ningún sistema mundano para administrar la fe y lo concerniente en los recursos materiales de enseñanza y edificación.
Queridos hermanos en la fe: no olviden orar por las autoridades, porque ellas también son influenciadas por el diablo, por el mundo y su propia concupiscencia al no ser todos creyentes. Tenemos las tres naciones del Norte razones para orar por el problema de adicciones, aunque más que eso es que el evangelio no tenga estorbo alguno y que tampoco falten los obreros del bien, los apóstoles y evangelistas que lleven la sana doctrina en nuestro idioma y en el idioma de los oyentes.
Esto es más importante que edificar edificios y tener propaganda en medios.
Nuestro Señor vino a salvar lo que se había perdido, no a edificar una construcción perecedera. El templo que ha de erigirse está en el corazón de todo quien confiese el nombre del Señor y cada quien es responsable de terminarlo.
Apoyémonos unos a otros en esta oración para que las tres naciones del Norte americano convivan en paz y ayuda mutua como hermanas y no como enemigas o hipócritas convenencieras. Dios es un Dios de paz, orden, justicia y misericordia y en ese tenor también estas tres soberanías pueden hacerlo, si es que el Padre desde los cielos las rige en Sus términos. Creemos que es posible, por eso pedimos su apoyo en rogar al Padre en el nombre del Señor Jesucristo por esto.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.
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