Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
En el seno de la Iglesia de vez en cuando surgen entrometidos e infiltrados que buscan desestabilizar el equilibrio espiritual de las congregaciones para desviarlas del punto central que es Cristo reinando en ellas con meros dogmas humanos y alejados de la sabiduría de los cielos.
Estos seres del mal aparecen fingiendo piedad, orden, poder, autoridad y fortaleza y su único objetivo es complacer bajas pasiones perversas personales tocante a lo material, al sometimiento y a la implosión de dichas congregaciones.
El Señor Jesucristo dio cuenta de ellos cuando el sanedrín -desde hace mucho tiempo- secuestrado por estos vividores de la ley trastocaban el efecto espiritual dando prioridad a los ritos humanos que tenían implicaciones económicas y sociales (favor del pueblo y tolerancia de las autoridades romanas).
Nunca se dieron cuenta que el poder romano era un castigo por su constante rebeldía, este yugo llegado de Italia era la forma de mostrar el Todopoderoso Dios de Israel que su tiempo había llegado y que ahora Su profeta hablaría en Su nombre la palabra de restauración ese pueblo sordo, ciego y molido a cadenas y pecado.
Y no lo hicieron porque el sanedrín captó todo intento de restauración: decían que sabían y en verdad lo demostraban; pero no para lo bueno, sino para engañar con sus artificios al pueblo; como ahora hacen lo mismo estos falsos sabios y entendidos.
Y no tuvieran pecado de muerte, si lo hicieran por estupidez, torpeza e ingenuidad; pero al saber y tener conciencia de sus sucias maniobras para manchar la fe y el amor de muchas ovejas en esclavitud es que no les será perdonado y por tanto, NUNCA FUERON SALVOS, por cuanto usaron la fe para lucrar con ella, usaron la palabra para provocar falsos sentimientos de amor y esperanza y es la razón de tener muchos acólitos y sirvientes.
Pero quienes tenemos el Espíritu Santo debemos estar alertas a no dejar entrar entusiastas lobos vestidos de ovejas dispuestos a sacar cuanto botín y despojo se pueda.
Ellos saben lo que hacen y fingen. Ellos no ignoran y conocer textos bíblicos que tergiversan para simular sabiduría celestial dando pie a que los indoctos e ingenuos les den entrada de par en par, lo cual constituye un craso error.
Este pecado no se borra y es de muerte porque en términos jurídicos equivale a un crimen cometido con alevosía y ventaja donde aparte engañan a las víctimas.
Amados, no caigan presos de estos vivales y siempre anden por el camino del bien, porque cimentados en el conocimiento de que Jesucristo es el Hijo de Dios es como aseguramos que todo está en orden, paz y victoria. Todo debe terminar en Jesucristo y no en aspectos judaicos, mercantiles o terrenales.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.
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