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Editorial 541 - Orad por los apóstoles y evangelistas

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Todo edificio que se considere apto para vivir y convivir tiene a su favor un equipo de personas dedicado a mantenerlo funcional, digno y habitable.

En la iglesia es igual, se tiene a diáconos y los maestros, quienes materializan el sustento doctrinal para que la congregación se mantenga firme. Pero al exterior, apóstoles y evangelistas son quienes por gracia del Espíritu Santo extraen como canteros esas piedras vivas de la Tierra.

Tenemos que rogar al Padre en el nombre de nuestro Señor y Salvador -no como obligación o mandato, sino como un tributo de amor por parte de quienes reconocen- porque la misión evangelizadora y de convencimiento de estos colaboradores de Dios sea fructífera.

Recordemos que ellos también son corderos enviados al matadero, porque el enemigo y el mundo luchan tenazmente contra su labor y cómo cuando estén ellos en sus recorridos en lugares lejanos y desconocidos, la oración fervorosa con fe y con sentido de amor y esperanza les inyecta buen ánimo y fortaleza.

Nuestros amados hermanos deben ser procurados también materialmente cuando estén en los contornos de extensión de una congregación, por eso es de vital importancia rogar al Padre por medio del nombre de nuestro Señor Jesucristo que mediante la revelación por el Espíritu Santo seamos capaces de detectarlos para ayudarlos, protegerlos, curarlos, darles descanso y refugio, alimentos y financiar sus necesidades sin ánimo de cobro, pues aunque ellos bien podrían trabajar en lo secular, lo ideal es que repongan fuerzas para que se dediquen al ministerio, sin que claro, ellos vengan a ser una carga a una congregación con necesidad (evitar por parte de ellos ser gravosos).

Nuestra oración será eficaz al amarlos aun sin conocerlos. Siempre constantes, fieles a rogar que en nuestros entornos de acción espiritual como iglesia haya muchos oídos y corazones dispuestos. Y por la fe, salud, fortaleza, poder de la palabra y vida de estos valientes hermanos en Cristo Jesús, Señor nuestro estén siempre en niveles óptimos. Es una ofrenda de amor tanto o más valiosa que lo que podamos realizar físicamente.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.

 


 

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