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Editorial 537 - Días aciagos 

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

En el mundo tendréis aflicción” menciona el Señor Jesús. Ya habíamos comentado al respecto; sin embargo, es necesario decir que los días aciagos forman parte de la formación espiritual que el Padre quiere en nosotros, por cuanto somos carne todavía y por tanto, la lucha sigue.

No somos exentos los hijos de Dios por la fe en Jesucristo de alguna vez cometer un error, estar una debilidad, enfermedad, caer en una tentación, tomar una mala decisión y cosas por el estilo y de hecho, también la Escritura dice que aunque el justo caiga siete veces, siete veces será levantado.

En el Señor Jesucristo es mucho más rentable esta promesa, porque con los frutos del Espíritu Santo forjamos la paciencia, el dominio propio, la misericordia y también damos estructura sólida donde la fe pueda sostenerse en nuestro ser.

Se lee y oye bonito, pero beber esa copa no es tan plácido. Es una manera de saber si estamos llenos o faltos en la medida del Señor en amor, fe, conocimiento, fortaleza y esperanza.

Cuando atravesamos situaciones difíciles, ya sea por causa imputable a nosotros, o bien, causas ajenas, no debemos oír el canto de la sirena del mundo, ni hacer caso a los dardos del enemigo, como tampoco oír la palabra ociosa del prójimo acusador; más bien, estar nosotros bien cimentados y muy cimentados en Jesucristo: ponernos a cuentas en humildad y sinceridad y esperar la inspiración para dar corrección y restitución de nuestro día aciago.

Consideremos que esta vida es finita y pasajera. No hay problema o situación que nuestro Salvador Jesucristo no pueda remediar y por tanto, la paciencia es fruto indispensable para lograr la victoria.

Amados, no dejemos que esos días reinen sobre nosotros, más bien tomemos la victoria para vencer todo miedo, inseguridad, error, ignorancia, ingenuidad, impulsividad, etcétera.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.

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