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Editorial 527 - La escuelita

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 8 jun 2024
  • 3 Min. de lectura

Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Queridos hermanos en el Señor Jesús. Es del conocimiento público en la sociedad que hay muchos tipos de instituciones en la sociedad humana tendientes a cumplir con ciertas funciones de promoción de roles y asignación de tareas. Muchas de ellas formativas y otras de especialización, otras de atención y algunas más de servicio y producción. Todo lo anterior es correcto y cada una de ellas busca la experticia plena.

La iglesia de Cristo es una institución de índole espiritual convocada y formada por nuestro Salvador Jesucristo cuando declaró en Mateo 16:18: “y sobre esta Roca edificaré mi iglesia” en clara alusión a sí mismo como base y sustancia de ser de esta. En otras palabras, la institución de la iglesia nada tiene que ver con el sistema organizacional del mundo ni de la religión.

¿Cómo pues, organizar una congregación parte de la iglesia? Recomendamos leer obviamente el nuevo pacto, orar por medio del Espíritu Santo para obtener revelación y también en el amor de nuestro Señor Jesucristo leer el capítulo 5 del libro: Jesucristo: La Fuente de Vida Espiritual, descargable en el apartado inicio de este sitio web.

Volviendo al punto central, la iglesia no puede ni debe tomar costumbres, usos y actividades del mundo para la enseñanza del evangelio.

Recordemos que el evangelio es palabra viva de Dios y no es una materia o asignatura de letra o teoría muerta.

¿Qué es lo que se quiere decir? Que la verdadera escuelita infantil está en la casa, con los padres. Los padres tienen toda la potestad sobre los hijos y por tanto, toda la responsabilidad de su instrucción espiritual. No puede delegarse y desde el vientre de su madre tienen que ser enseñados donde el padre, la madre hablen con ellos en amor, gozo y fe.

Una vez nacidos, al tiempo de enseñarles a vestirse, caminar, control de sus esfínteres, hablar, etc., dar testimonio a sus hijos de Jesucristo como el Hijo de Dios y que él resucitó de los muertos. Que sean niños no los hace ignorantes ajenos a la revelación. La fe viene por el oír y el oír por la palabra de Dios y en este verso no se excluye a los niños. De tal modo, no se está de acuerdo en separar a padres de hijos en las congregaciones. Los padres deben decidir sobre el control actitudinal de los hijos y ellos desde pequeños ser enseñados a mostrar cordura, compostura y educación, pues el Señor Jesús de modo espiritual se hace presente en las reuniones donde es invocado como conviene.

La educación y formación espiritual de los hijos compete solamente a sus padres, derecho y obligación irrenunciables y si alguien apela a que no sabe cómo enseñar la escritura a infantes ¿acaso no cree en el Dios de los imposibles? ¿No tiene el Padre cuidado de sus pequeñitos? Si el Padre hace su trabajo por amor, ¿por qué nosotros no podríamos realizar esta obra? Está el Espíritu Santo, la fe, el nuevo pacto, el amor y la voluntad propia de amar hacerlo como herramientas de trabajo en este quehacer.

En conclusión, las escuelitas bíblicas de formación siguen un modelo mundano y religioso el cual no compartimos porque combate el precepto primordial de la iglesia que el mismo Señor Jesús instituyó, además que contraviene el propio ejemplo de vida práctico que Jesús dejó plasmado por el Espíritu en el mismo evangelio: en las predicaciones de los montes, ¿acaso los discípulos se llevaron a los niños aparte? Todos: hombres, mujeres, niños, ancianos y jóvenes escucharon el mismo mensaje simultáneamente. De esta manera, se rompe con el sutil sectarismo de dividir y segmentar porque todos tienen oídos y tienen el mismo derecho celestial de ser partícipes de la escucha activa de la palabra de Dios por medio del Espíritu Santo y la edad no es impedimento, aunque la disciplina y formación en casa habla de la salud espiritual de los padres y la decisión de pertenencia que los hijos desde pequeños van adquiriendo.

Deseamos de todo corazón y en plena humildad este mensaje sea leído y comprendido en el Espíritu Santo porque es parte de la renunciación y santificación en la Verdad, que es Jesucristo viviendo en nosotros.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.


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