Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
Amados hermanos espirituales, para nadie es un secreto sobre el aumento de índices de criminalidad en diversos puntos del orbe, tendientes a que las personas sufren violencia en la calle en diferentes actos de maldad.
No es necesariamente “culpa” de los gobiernos, sino de los gobernadores del aire, quienes instigan a los débiles y agresivos incrédulos a realizar tales actos y estos, debido a su conciencia cauterizada por no ser dignos hijos de arrepentimiento, aman y adoran el mal y al malo.
Podemos pretextar diferentes razones del mundo sobre las cuales argumentar y justificar tal accionar; lo cierto es que la mejor explicación es en el orden espiritual, que estos cuerpos vasos de deshonra proliferan y se cumple la profecía de que la maldad aumentará-
Nuestro Señor Jesucristo también así lo hizo saber porqué él, como Príncipe de Paz, fue desoído y nadie quiso probar de su paz, tan solo los escogidos del Padre. Los del mundo probaron y degustaron el fruto de amor, paz, conocimiento y poder, más lo hicieron a un lado por cuanto los convenció de pecado y no quisieron renunciar a los placeres y privilegios de aquí.
Por esta razón fue profetizado esto, porque si el amor es rechazado el odio toma su lugar y luego el hombre pierde su afecto natural para ser víctima de sus propios pecados, vicios y elucubraciones.
No nos queda más que ser fieles obedientes a la palabra de Cristo y así ser librados de ser víctimas de lo que el mundo se ha ganado a pulso. Podemos pedir por casos particulares, mientras en lo que el Espíritu tiene a bien enseñarnos, pero no a todos porque no es de todos la fe.
Nuestro Soberano Padre sabe cómo van las cosas en esto de la violencia y glorificado sea Su nombre en lo que concede y permite a quienes no se acercan al evangelio: a que confronten a su propia maldad.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.
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