Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos.
El tiempo favorito de cualquier ser humano es el periodo de vacaciones, en el cual dejamos las responsabilidades un rato para despejarnos, pasar tiempo con la familia, amigos o solos y realizar actividades que en nuestra vida habitual no podríamos.
Es un periodo de solaz esparcimiento, regeneración, meditación, trabajo casero y cumplimiento de proyectos y anhelos.
En la fe, no es que tengamos vacaciones, sino que el Señor dispone que tengamos tiempo de reposar de nuestras actividades en la fe y esto no constituye frialdad o abandonar el puesto. Es solo que todo tiene un tiempo y el mismo Cristo concede estos momentos.
A veces trabajar secularmente; estar en cama enfermos; en cárcel; en viajes diversos. Pero incluso mientras dormimos, el Padre tiene cuidado de nosotros.
El estar fuera de rutinas no debe necesariamente significar que suspendamos la oración y ruego. En estos quehaceres no hay vacaciones porque el diablo seguramente tampoco toma vacaciones. Trabaja incansablemente en urdir planes de destrucción, muerte y hurto en contra de los hijos de Dios en toda la Tierra.
Nuestro trabajo de orar es continuo y si por ejemplo, nos vamos de diversión a otro país, estado, ciudad, región o comarca, entonces a orar por quienes nos rodean y dar buen testimonio de Cristo a ellos.
En todo caso, tendremos vacaciones cuando estemos en el paraíso, porque luego que venga el Señor Jesús estaremos en el cielo y Tierra nuevos. Por ahora, sea que trabajemos o que descansemos, el nombre glorioso de nuestro Señor Jesucristo sea alabado y engrandecido por siempre y para siempre, amén.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.
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