Que la paz, la gracia, el amor y la sabiduría de lo Alto del Señor Jesús sea en ustedes, amados hermanos en la fe en Cristo Jesús, Señor nuestro, en su espíritu, amén.
Dentro de la vida espiritual en Cristo Jesús, Señor y Salvador nuestro, tenemos a nuestra disposición un cúmulo de herramientas espirituales para lograr el testimonio de amor, fe y esperanza que sirvan como base en las generaciones espirituales venideras hasta que él venga.
El mismo Dios nos ha enseñado a lo largo de la historia acerca de los testimonios, juramentos y promesas que ha hecho a la Humanidad sobre Sí mismo, la salvación, la institución de la Ley, participaciones de los siervos que Lo han anunciado y obviamente la honra a nuestro amado Señor Jesús.
En aquellos días era a través de la oralidad, señales, escritos diversos los modos utilizados para la propagación de la fe salvadora. Ahora disponemos del internet, de dispositivos electrónicos, mecánicos y físicos para llevar la paz y propagar la palabra.
Según nuestra misión evangelizadora es como echaremos mano de los diferentes modos y no darles prioridad por sobre la palabra de Cristo en sí, pues esto arruina el ministerio de quien no cuida su testimonio y se ensoberbece. Más gracias damos al Padre que previene que eso pase entre nosotros, porque Su gracia nos lleva a meditar sobre qué acciones, eventos y momentos quedan reseñados, grabados, redactados con el fin de dejar testimonio sobre cómo se vive el evangelio.
Toda actuación en el ejercicio de nuestra vida que implique confesar el nombre de nuestro Señor Jesucristo tiene que recordarse para enseñanza y muestra sobre cómo el Espíritu hace tales acciones. Dejemos de recordar y hacer memorias según la carne y no conforme al Espíritu y escribamos, grabemos o realicemos alguna obra de bien por medio al Espíritu.
Así como Lucas, Juan y Pablo redactaron eventos importantes, tendremos en nuestra mente espiritual dejar evidencia tangible sobre los hechos que el Padre ha realizado en nosotros en forma de apoyo, sanación, milagro, respuesta, etcétera, guiados por el mismo Espíritu.
Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesús sobreabunde en su espíritu hermanos, amén.
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