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Editorial 511 - Salmo 23

Que la paz, la gracia, el amor y la sabiduría de lo Alto del Señor Jesús sea en ustedes, amados hermanos en la fe en Cristo Jesús, Señor nuestro, en su espíritu, amén.

Amados hermanos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo: el Salmo 23 es un texto espiritual de alto valor en muchos aspectos en la iglesia y entre los hermanos. Este salmo es tan conocido que muchos creyentes incluso lo utilizan como propaganda, como medio de publicitación de su creencia y como estandarte dogmático.

Tal vez mis palabras no sean tan bien recibidas, pero no olvidemos que la palabra se predica como un tesoro de conocimiento de lo Alto, no como mercancía, promoción u objeto novedoso. En este sentido -y aunque el apóstol Pablo por el Espíritu comunica que hay libertad de que como quiera que sea Cristo es anunciado- tenemos que hold the horses, o bien, controlar el ímpetu de actuar en modos humanos, sentimentales o de actitudes entusiastas, pero poco prudentes de anunciar mensajes a los incrédulos.

El salmo es corto y tiene que ser meditado desde dos perspectivas: la primera, que fue redactado para Jesucristo, de modo que podamos atisbar que su pastor fue el Padre, en ese entonces Jehová, porque todavía no se manifestaba tal gloria al género humano. Entonces, Jesús de Nazaret al leer este mensaje era el sentir de su alma para con Dios, Quien le pastoreó -guió- con el Espíritu Santo en su ministerio de anunciación de las buenas nuevas. Esta narración describe la profecía futura cuando Dios restaure todas las cosas con la victoria de Jesucristo sobre sus enemigos.

El Señor Jesús se sintió confortado, consolado con Dios cuando tenían comunión, por eso declara los versículos 2 y 3, puesto que se regodeaba de paz.

El versículo 4 denota la seguridad de vivir bajo el refugio de Dios, el camino a la salvación a pesar de las adversidades que le presentaban el diablo, los judíos, su propia carne en cada oportunidad que tuvieran cada uno de ellos.

El versículo 5 se refiere a que el Señor Jesús es investido con el favor de ser Ungido de Dios delante de sus enemigos quienes lo angustiaban, a pesar de ellos y delante de ellos, el Señor Jesús fue colmado de toda gracia, poder, privilegio y potencia por parte del Creador como seña y mensaje claro que sólo él está a la altura del Altísimo.

El sexto y último versículo se refiere a la vida eterna. Jesucristo como hombre abrió esta posibilidad al ser carne y tener el derecho como criatura viva a ser salvo por Dios. Así, ahora las ovejas de la casa de Israel tendrían esta misma brecha y camino angosto, más seguro a la vida eterna en la casa de Jehová, o sea, su gloria. Jesús hombre se ganó este derecho y como oveja se dejó guiar por su pastor, Jehová, Quien ahora se reveló como Padre de muchos hijos.

La segunda perspectiva es que el Pastor ahora es Jesucristo, no Jehová. Entonces, nosotros como creyentes tenemos que estar seguros que quien nos pastorea es el Hijo de Dios, Señor y Salvador nuestro y él es quien nos lleva a su boda en la casa de Dios, nuestro Padre.

Él, por medio del Espíritu Santo, nos da el agua viva, dicho en los evangelios. Jesucristo es quien nos da gracia a través de sus ministerios para dar testimonio de él, así como él dio testimonio del Padre en su tiempo. Jesucristo ahora conforta nuestra alma en esos momentos de apremio porque Dios le dio esa potestad de dar su paz que no es como la del mundo y él es el camino hacia la justicia de Dios Padre.

Nuestro Señor Jesús estará con nosotros siempre, así lo prometió y así lo cumple hasta que él venga. El Señor también nos justifica delante de quienes buscan nuestro mal pues su sangre preciada es el precio pagado por cada error, concupiscencia o debilidad nuestra. Y en su nombre, tenemos la potestad de ser llamados hijos de Dios pues el bautizo con agua en el nombre de nuestro Señor Jesucristo nos unge y con el fuego del Espíritu Santo somos transformados a ser familia de Dios.

Y al igual que Jesús, tendremos la dicha de vivir en la presencia de Dios en la vida eterna, según lo estipulado en el nuevo pacto, pues este canto y profecía son de los tiempos antes de Cristo, de manera que tenemos que comprender el tipo de lenguaje usado.

Por eso es imprescindible conocer con sabiduría de lo Alto lo que pretendemos anunciar, porque, en realidad, el salmo 23 no es para evangelizar, sino es una explicación de por qué estamos llenos de gozo. Es decir, un mensaje para el interior de la familia de Dios y no para los extraños, quienes al estar muertos espirituales no tienen la mente de Cristo para discernir el mensaje.

Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesús sobreabunde en su espíritu hermanos, amén.

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