Que el amor, la gracia, la paz y la sabiduría de lo Alto del Señor Jesús sea en ustedes, amados hermanos en la fe en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Hemos sido claros desde un principio en el mover espiritual de este ministerio dado hace casi ya diez años por el Señor Jesucristo y apoyado por el Espíritu Santo con la complacencia de nuestro amado Padre Celestial cuando lo iniciamos un 14 de abril de 2014. Somos amor por Cristo, somos hechos hijos por su Gracia desde antes de la fundación del mundo y somos en consecuencia temerosos de su Voluntad (no miedo o terror, sino más bien formalidad, respeto y lealtad) a la sana doctrina del Señor Jesucristo desde que fuimos llamados en 1987.
Por tal motivo, somos hechos jornaleros al servicio de nuestro Rey, Señor, Maestro, Obispo, Pastor, Amigo, Abogado y Salvador cuyo nombre es Jesucristo quien es el Hijo de Dios, resucitó al tercer día y ahora está sentado en la diestra de Dios Padre en espera de regresar pronto por los suyos en el día y hora acordados por el Padre para tal efecto.
En esto amados nuestros se fundamenta nuestra fe, creyentes somos por el sello de su sangre, gracia, oración y poder declaramos que nada ni nadie nos quitará esta parte, la mejor de todas y si esto no fuera suficiente, humildes representantes del espíritu de Filadelfia apostados en la Iglesia del Señor Jesucristo en los Estados Unidos Mexicanos, área noreste en el Estado Libre y soberano de Nuevo León en una de las localidades que conforman la ciudad de las Montañas.
Esto lo declaramos por cuanto es nuestro testimonio saber de dónde hemos salido para servirle en lo espiritual y cuál es el pasado y qué nos rodea. Nuestro trabajo es redimir el tiempo trabajando para la obra del Señor antes de partir de este mundo, urgencia tenemos por cuanto los días son regalos diarios (no préstamo, como sí lo es para el mundo deudor con el Dios Vivo) para expandir hasta donde sea posible el evangelio de reconciliación de nuestro amado Cristo Jesús.
Tenemos nuestro horario prefijado en la eternidad y buscamos negociar almas para Cristo a cambio de fe, amor, esperanza y sufrimiento de nuestra profesión y virtud de ser ovejas con la mente de Cristo y operantes conforme al mover del Espíritu Santo.
Hemos caminado los pasos del Maestro, salido al desierto y estando ahí para ser despojados de lo vil y menospreciable, lo que nos agobiaba y cargaba y estamos ahora en el proceso vivencial de descansar en él.
Hemos tomado su cuerpo y bebido su sangre, hemos sido bautizados en el santo nombre de nuestro Señor Jesucristo y tenemos huellas vivas del flagelo por no negar su nombre y el desentendimiento del mundo que nos tiene por ausentes, pero más presentes que nunca.
¿Y cuál celo nos consume?
Ese, el ser fieles en todo lo posible a nuestro Padre por amor al Hijo nuestro Salvador y por la gracia consoladora del Espíritu Santo que nos muestra cómo agradar al Dios Vivo en el hacer, ir y decir.
Por supuesto, tenemos mucho camino por recorrer. Solo el Señor sabe qué tan crecidos estamos y el bouquet de nuestro aroma, la intensidad de nuestra luz y la sazón de estas sales vivas. Y como el mundo ya nos desechó y apartó de sí, nos arropamos y apegamos más al nuevo pacto, sobre el cual fundamos nuestra casa: en la Roca de Salvación.
Tan es así que procuramos en el Espíritu no solo ser oidores, sino hacedores de su palabra. Este celo nos consume porque entendemos, sabemos y creemos que sin nuestro Señor Jesucristo nada podemos hacer. Sin el Padre no hay camino y sin la guía del Espíritu Santo no hay victoria ni poder.
Este celo nos consume porque no hay otro lugar al cual queramos ir, no hay otro Dios al cual adorar y alabar y no hay otro Señor al cual amar obedeciéndole.
Adicionalmente, estamos en contra de lo que afrente, blasfeme y contradiga la voluntad de Dios (oír y creer en Jesucristo), la palabra de Jesucristo (tomar la cruz, dejar todo y seguirle) y el poder del Espíritu Santo (palabras y hechos). Respetamos con prudencia, sobriedad, santidad otros pensamientos, pero en lo tocante a la fe, defenderemos como nos está permitido hacerlo.
Hablamos para convencer, escribimos para demostrar y no para imponer, pues solo los valientes arrebatan el reino y este sufre violencia, escrito está. Cree si te juzgas digno y sabes que es para ti, y si no crees esperamos que tengas al menos una oportunidad más para cambiar de opinión antes que el reloj de arena que rige tu vida se vacíe.
El celo nos consume porque en la medida de lo posible por la revelación en el Espíritu vemos y oímos y detectamos quienes están en el camino y quienes andan en derrota y debilidad. Somos parte de la novia y aspiramos a estar en la boda del Cordero como honrados invitados, de los victoriosos en nuestra época porque comprendemos que seremos galardonados en el Tribunal que nuestro Señor tendrá en aquel día según nuestras obras estando con él por los siglos de los siglos, amén.
Glorificamos al Padre y al Hijo, por medio del Espíritu Santo declaramos que a ellos sea toda la honra, poder, majestad y alabanza por los siglos de los siglos, amén.
Y quien niegue que Señor Jesús es el Cristo, el Enviado Unigénito de Dios, el Mesías de Israel, que se aparte de nosotros, con tales no tenemos parte ni suerte y no comulgamos con perros, cerdos o muertos contumaces. Amén.
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