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Editorial 504 - Al respecto de Argentina

Que el amor, la gracia, la paz y la sabiduría de lo Alto del Señor Jesús sea en ustedes, amados hermanos en la fe en Cristo Jesús, Señor nuestro.

En un reciente y anterior blog, señalábamos  que nuestro deber como iglesia es promover el evangelio del Señor Jesucristo, procurar a los santos y colaboradores de Dios y ejercer el reino espiritual de Dios en la ciudad y región donde estén asentadas las mismas.

Sin embargo, muchas congregaciones caen presas de la muy sutil pero encantadora idea de comulgar con el mundo y son arrastradas por corrientes que no son el agua viva del Espíritu, sino mundanidades y escorias que manchan el buen testimonio.

Otras tantas de estas manchas son ideologías como, por ejemplo, la política, la cual es una estratagema de hombres astutos que utilizan palabras y secretismos para hacer de las suyas, ocultándose como malhechores ante los hombres, no así delante de Dios, Quien desde Su Trono los observa.

No hablaremos de la autoridad puesta por Dios en aquella nación austral, pues lo terrenal para nada aprovecha, pero sí comentaremos del deshacer de la iglesia en Argentina. El desempeño de una autoridad tiene mucho qué ver sobre cómo la Iglesia de Jesucristo en esa jurisdicción política y geográfica ejerce su poder espiritual de atar y desatar.

Sí, todo hombre es malo. Sí, el mundo está concesionado a satanás y todas sus instituciones humanas. Sí, cada día la maldad crece y es necesario se rompa este sistema para que el anticristo pueda imponer el suyo. Pero mientras el Señor Jesús no venga y mientras haya espíritus de la iglesia como Filadelfia, Sardis, además de Laodicea, hay mucha mies por recoger.

Por tanto, la iglesia NO PUEDE DORMIRSE, no puede corromperse ni prevaricar en revolverse con el mundo. ¿Qué prioridades hay en la Iglesia en aquella nación que no sea la de rogar y orar por el desempeño espiritual de ese país? ¿Por qué pareciera que ese territorio se pierde más en soberbia, pecado y ceguera cuya consecuencia es caer más al pozo? ¿Sí la fe se está manteniendo allá la oración y sujeción de las autoridades de todos los niveles ante los pies del Padre en el nombre del Señor Jesucristo? ¿Se ora para que aten a la maldad, la corrupción, las fechorías y truhanerías de todos los que están en autoridad? ¿Se hace en fe, amor, esperanza? ¿Se ora sin cesar? ¿Se obedece a Jesucristo y no a hombres, según lo que está escrito en el nuevo pacto? ¿Se ayuna con santidad, renunciación y humildad?

Independientemente del reloj de los tiempos de Dios, nuestro deber es mientras estemos aquí no soñar despiertos, sino trabajar. El testimonio es acción, no palabras. ¿Por qué se comenta? Porque esta nación en particular tiene muchos años con dicha espiral en declive. Quien ahora ostenta el cargo es irrelevante, lo relevante es ¿cómo la Iglesia hace o no su trabajo para velar los intereses espirituales de Dios en esa Tierra? Y así, todas las demás naciones, tienen su propia iglesia para que cada una se dedique a lo suyo.

No es de gozo ver cómo los hermanos son llevados en esa situación, México también no ha sido la excepción. Pero hemos tomado la victoria, la oración y ruego continuos de no ver partidos sino ver corazones y anteponer la voluntad del Padre junto con Su gracia y misericordia, luchar contra los espíritus del mal impregnados en cada nación, pues cada nación tiene su pecado con el cual debe lidiar.

Entonces, amados, solución hay, pero hay mucho trabajo por hacer. Aún así el Señor cuida de nosotros, pero lo deseable es que hagamos lo que nos toca. Cero mundo y todo el Espíritu Santo en nosotros. Cuando partamos, esta misión concluye, de manera que mientras eso no suceda ¿laboramos como debe ser? 

Que la fe, la paz, gracia, amor y sabiduría del Señor Jesús esté con ustedes, amados, en su espíritu, amén.





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