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Foto del escritorCuerpo Editorial

Editorial 498. La muerte como herramienta de equilibrio.

Que la paz, el amor, la gracia y la fe en el Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados creyentes en Cristo Jesús, Señor nuestro en su espíritu, amén.

Sabemos nosotros, quienes confesamos el santo nombre del Cordero, que somos salvos de la muerte espiritual -que es la que importa- y el dejar este cuerpo de prueba para ser perfeccionados es meramente un estado de transición. Pasamos de muerte a vida al confesar que Jesucristo es el Hijo de Dios y creemos y declaramos con fruto de labios que resucitó al tercer día y, en consecuencia, poco a poco entendemos la imperiosa necesidad de dejar esta dimensión imperfecta y añoramos la estancia con el Padre celestial en el tiempo postrero y eterno.

Por el otro lado, el diablo, en contubernio con el constructo llamado “mundo” -sistema de manipulación mundial de siglos por hombres contumaces y rebeldes enemigos de Dios- y la propia naturaleza pecaminosa de cada ser han creado un muro de imposición interpretativa respecto a la muerte. Hemos abordado varias perspectivas para engañar incautos y hoy tocaremos otra de esas visiones mentirosas.

La muerte -en esta creencia- es el fin, es el término de todo, es la importancia de vivir y disfrutar todo lo que se pueda porque al dejar este cuerpo “se acaba todo”. Ciertamente, esto sucede en el mundo animal, vegetal e insectos, mas no en el género humano. Para nuestra especie, la administradora de la Creación de Dios, no puede terminar así como así ¿verdad? Es decir, tanto privilegio, tanto pesar con el poder de saber el bien y el mal y el libre albedrío, ¿ser subsidiados con el olvido e inexistencia eternos?

En esta óptica tiene sentido actuar con libertinaje, dar placer a rienda suelta, creer lo que se quiera creer, pretender alterar para alternar la naturaleza de lo creado pues como seres sin conciencia, se olvida y “nada pasa”. Sin embargo, la conciencia de cada quien le persigue en el último respirar concedido pues siendo necios, fatuos, ignorantes, torpes, rebeldes y desleales se enfrentan a la realidad de que “algo más sigue después de aquí” y ese momento cumbre de dejar lo conocido genera el verdadero terror durante el tránsito a lo espiritual y donde la influencia, poder y confianza se quedan en las células y ya no hay tiempo ni voluntad para enmendar o corregir al escapar de esta dimensión temporal.

La muerte es necesaria para equilibrar la maldad del hombre, es el limitante de reacción con la ira de Dios para quienes se constituyen Sus enemigos. No puede haber un ápice más de gracia llegando y cruzando este límite de paciencia y gracias al poder venenoso del pecado es que la muerte prematura existe. “Acortar los días” es una medida de justicia, equidad y equilibrio y aún así, el Hombre rebasará todo el límite de misericordia en un tiempo cada vez más cerca, que decantará lo descrito en Apocalipsis.

Desde el propio Caín, la Humanidad ha cometido crímenes que aumentan cada vez más el indicador de maldad de generación en generación, llegando al punto cúspide en la que se perdió por haber matado a nuestro Señor Jesucristo y ahora, han superado ese límite y tras la ascensión de nuestro amado Maestro y Salvador el temporizador de gracia y misericordia habrá de llegar al cero.

La muerte, de hecho, propicia la gracia de quienes no se van porque su tiempo de reconocer su error sigue activado y todos los promotores de ira, condenación, rebeldía, odio y maldad son raídos y su memoria borrada. Toda muerte antes de la vejez obedece a un propósito espiritual y esto estará vedado al mundo, porque niega a Jesucristo y se rebela al designio del Padre, además de blasfemar la eficacia del Espíritu Santo al contradecir a los enviados de la Deidad en su ministerio de propagar la palabra de vida y reconciliación del Señor Jesús.

Por esto mismo es que sufren lloran, se lamentan y procuran mantener vivos a esos “íconos”. Su misma necedad les lleva a decir que la muerte es mala, a fabricar escenarios posteriores falsos. Incluso, le dan nombre, personificación y género a este fenómeno transitorio.

Todo aquel que se obstine en ser pregonero de mentiras, obscenidades, rebeldías, traiciones, blasfemias, pecaminosidad y perversión le serán acortados sus días por cuanto no honra al Dios Vivo y cruza el límite de la paciencia. Tales alfiles del error son extirpados de esa esencia por propagar la maldad y no la palabra de vida. Otros mueren a causa de estos contumaces, víctimas de su ignorancia y torpeza. Algunos más son daños colaterales cuyo error fue no creer en el Hijo de Dios para ser librados de estar en el tiempo-espacio equivocado y tal injusticia también será evidenciada en el tiempo postrero por los perpetradores de la siega de vidas por el crimen.

Todo lo anterior aplica solamente en los no creyentes en Jesucristo porque:

Los que no creen, se afanan por vivir por miedo a morir.

Así que, lamentable la decisión de ellos y solo nos queda orar para que muerte de tales sea honrosa para el Señor tras confesar el santo nombre de nuestro Señor Jesucristo, pues dice la escritura: “agradable es a Jehová la muerte de Sus santos”.

Esto escandaliza al mundo y ya lo hemos cubierto en diversos tratados con anterioridad. Por ahora baste saber que la muerte antes de la vejez en los incrédulos tiene una razón y si alguien desea saber más al respecto, ¿tiene Espíritu Santo no entristecido, buena voluntad de saber, propósito de edificación e inteligencia espiritual para plantear el asunto del “por qué”?

Pida al Padre luz y sabiduría al respecto, con fe y paciencia en el nombre de nuestro Señor Jesucristo le será concedido.

Que el amor, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo sea en su espíritu, amados hermanos, amén.


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