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Editorial 497 - ¿Podemos enojarnos?

Que la paz, el amor, la gracia y la fe en el Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados creyentes en Cristo Jesús, Señor nuestro en su espíritu, amén.

El enojo o ira ya hemos mencionado anteriormente que es una situación espiritual de gravedad (donde el Espíritu Santo nos lleva a evitar) y derrota en los eventos donde nuestra fe sea probada, estemos expuestos a ataques o bien por no llevar una sobria conducta por el Espíritu tengamos que soportar el precio de nuestro error.

Conforme crezcamos más en el evangelio, aspiramos a ser adultos para Dios, ese varón perfecto que siendo esencia de Dios para que la carne sea sometida a servir al Padre. El Señor Jesús también experimentó el enojo, pero según lo escrito no fue hallado pecado en él y no fue dominado por este sentimiento natural.

En este blog hemos hablado mucho de no ser presos de este espíritu tan seductor como implacable, destructor de buenas obras y esclavizador de almas débiles.

El mundo, el enemigo y nuestra carne pondrán tantas trabas como sea posible porque el varón perfecto derrota a los tres, esto es, Cristo siendo pleno en nosotros y que en nosotros ningún resquicio de amar lo de abajo quede por haber creído, amado, obedecido y esperado en él. De hecho, el Espíritu tiene la potestad divina de derrotarlos y es por eso que no quieren estos enemigos que prevalezca el amor de Dios.

Podemos enojarnos, pero no abusar de ese momento. Ninguna palabra o dicho tendrán más valor si estamos enojados, aunque si son ociosas serán registradas en el libro de los dichos ociosos. La prudencia, la paciencia, la templanza y el dominio propio son nuestras herramientas de auxilio en esos momentos magros de nuestra existencia.

Que el amor, la gracia y la esperanza de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes, en su espíritu, amados lectores y hermanos, amén.



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