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Editorial 496 - Hay de empleos a empleos.

Que la paz, el amor, la gracia y la fe en el Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados creyentes en Cristo Jesús, Señor nuestro en su espíritu, amén.

Cuando el Creador estableció el juicio contra el varón por haber desobedecido Su orden de comer el fruto prohibido de que su labor respecto a comer con dolor todos los días de la vida, produciendo cardos y espinos y comer de las plantas del campo y además, también señaló que con el sudor de su frente comerá el pan hasta el fin de sus días que regrese al polvo de donde fue creado, lo hizo porque era necesario establecer el precedente del costo de una desobediencia al Dios Vivo.

No pueden el pecado y la desobediencia quedar impunes, de tal forma que esto debe quedar presente al fin de este mundo. Aunque tenemos la gracia de Cristo en nosotros y somos liberados del yugo de este juicio al estar guardando el testimonio por el Espíritu, los que somos hijos de Dios por creer en Jesucristo como el Hijo de Dios tenemos que ser cuidadosos y no quejarnos mucho de las condiciones laborales.

Escrito está que la carne tiene que pagar este precio y en el Espíritu a saber sufrir, porque no es de nosotros esta situación y no tenemos que amarla más que a nuestro Padre. Si consideramos que algo no está bien, tenemos al Espíritu que nos ayude a discernir, un abogado espiritual que vela por nosotros y un Padre Amoroso Quien da gracia a sus pequeños espirituales dispersos en todo el orbe. Por tanto, al elegir profesiones, oficios y maneras honestas de sudar, padecer el dolor físico, el esfuerzo de trabajar duro por el subsecuente pan hagámoslo con contentamiento, porque también Jesús, en su calidad de carne, la cumplió a la perfección antes de su ministerio.

Al trabajar, dejemos que el Espíritu nos dicte qué hacer, a dónde ir y qué decir, dado que la sabiduría espiritual conoce todo y tenemos que ser congruentes sobre nuestra vocación, gusto y anhelo. Hay empleos dignos, hay empleos sufridos y hay empleos surgidos por maldad y vanidad.

El que se sufra por mandato divino no significa que deba sufrirse por falta de conocimiento, preparación y astucia.

Amados: en nosotros está la vida, por esto tenemos que recordar que el poder del Espíritu es para reinar y equilibrar la balanza entre lo injusto y lo justo: entre lo justo según los hombres y lo justo según Dios. El evangelio es cumplido cuando cumplimos cabalmente con nuestras responsabilidades trabajando como si el mismo Cristo necesitase de nuestra labor y en esa humildad servir al prójimo que funge como cliente, colega, superior o proveedor.

Entonces, es cuando el juicio dado a Adán mengua, porque cumpliendo espiritualmente en todo lo encomendado el Padre atenúa el dolor, el sudor y la dificultad. Siempre fieles a dar testimonio en hechos de nuestro Señor Jesucristo cumpliendo nuestro tiempo redimido en la provisión de los bienes para conseguir el alimento y demás recursos.

El mundo hace las reglas en su potestad y autonomía y por eso radica la injusticia, la desigualdad, los privilegios y la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo nos llevará a realizar lo que haya que hacerse sin caer en contiendas, descréditos, reclamos viscerales y cuidando las formas de trabajar en lo que no sea ilegal, malévolo y perverso, así como en lo que no incurra en pecados relacionados con la mentira, traición y rebeldía que atenten contra el bien, la vida, la salud y el cuerpo, pues es el templo del Espíritu Santo

Hay de empleos a empleos y desde pequeños hay que enseñar a los críos en Cristo en dilucidar en qué forma cumplirán con esta ley de vida impuesta con el poder de Cristo y disfrutar haciendo el bien generando ingresos para compartir en amor fraternal. Los tiempos cambian, las generaciones y leyes también y los usos y costumbres, así que, en el nombre del Señor Jesucristo declaro esto para cada generación:

Sea lo que hagan y quieran ser háganlo en el nombre del Señor Jesús y cuiden la forma que no contravenga ninguna ley, que no sea de naturaleza pecaminosa y que no deshonre a nuestro Señor Jesucristo, como al testimonio. No sean motivo de vergüenza, rebeldía o maldad por sus hechos o dichos y en todo momento encomienden tales dichos y hechos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo con fe proba. No caigan en tentaciones, simulaciones, fraudes, embustes y cosa que no agrada la Voluntad de nuestro Padre como “forma de ganarse la vida”.

Que el amor, la gracia y la esperanza de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes, en su espíritu, amados lectores y hermanos, amén.




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