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Editorial 488 - Confiar y esperar.

Que el amor, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, en su espíritu, amados lectores y hermanos, amén.

Tener fe en Dios es muy sencillo, realmente y muy práctico.

Sin embargo, el enemigo, la naturaleza caída del hombre y carne juegan factores atenuantes a esta facilidad y practicidad espirituales. Nuestro Padre como el Creador de todo lo visible e invisible, el Dios, Soberano y Señor de todas las cosas ha tratado de hacer pactos con la Humanidad ingrata cada vez más simples y ahora con la entrega a la muerte de Su Hijo Jesucristo más asequible no puede estar esta oportunidad de acercarse y conseguir la reconciliación final, de una vez por todas, por parte del género humano.

Si la palabra escrita sigue vigente, si los enviados siguen estando en tránsito y si hay iglesia fiel en cada nación del planeta quiere decir que la oferta continúa presente. Nada tan factible como creer en el nombre del Hijo de Dios: Señor, Salvador nuestro. Y después de esto, confiar y esperar en la ayuda y auxilio del Señor.

No olvidemos amados que nuestro Padre y nuestro Señor son eternos. Entonces, antes de que fuésemos, ya sabe Dios de todo lo que necesitamos, por tanto ¿qué ganamos con ser impacientes, imprudentes y exigentes? Gritar y exigir, aunque no está prohibido, tampoco es una virtud espiritual emplazar y conminar a la Deidad a una pronta y expedita acción en todos y cada uno de nuestros requerimientos.

De hecho, la prisa y la impaciencia son pecados porque afrentan contra el designio eterno del Padre. Nuestro Padre ya tiene conocimiento de todo y sabe el momento exacto en que Él debe actuar y nosotros, al ser carne y sangre somos vedados de saber todo lo que el Padre sabe y por eso apuramos y demandamos sorpresa.

El camino y ruta hacia lo perfecto es tener conciencia tranquila de que nuestro Padre ya sabe lo que necesitamos y Él se apresta a auxiliarnos y suplirnos. Como Él sabe ya del tiempo en que las cosas ocurran por eso nos pide ESPERAR. No es Voluntad del Altísimo cumplir caprichos.

Y darse por enterados de que los hermanos son fortalecidos para ir al mundo es la mejor ejemplificación de CONFIAR, es decir, tener la garantía por adelantado de que lo que se busca pase, de hecho, pasa. No dudar ni poner entredicho lo escrito en los evangelios o lo solicitado mediante la comunión espiritual en la oración.

La aceleración estulta es mala. La paciencia divina es lo que hay que practicar.

Que el amor, la gracia y la esperanza de nuestro Señor Jesucristo estén en ustedes, amén.

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