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Editorial 487 - Perversión del evangelio.

Amados de Dios y de nuestro Señor Jesucristo: que la paz y la gracia sea en su espíritu. Amén.

En la semana tuve la situación de leer y oír dos contenidos en la red los cuales se basaban -a decir de sus autores- en los textos bíblicos; no obstante, su fin es engañar dolosamente a los incautos y crédulos amadores de fábulas puesto que ocultan el propósito informativo del evangelio: la bondad de Dios al cumplir Su palabra de enviar a Su Hijo para el rescate de muchos.

Uno de estos contenidos se centró en las figuras de Anás y Caifás, cuyo pretexto era “demostrar” lo horrendo de sus muertes cuando en realidad era crear una historia alterna al Hijo de Dios. De hecho, de Jesucristo sólo se mencionó que fueron quienes ordenaron su muerte y de ahí en fuera nada más. ¿Qué tipo de edificación es esta? ¿Qué tan relevante era saber de esos vasos de deshonra? Pero ahora, por el Espíritu discernimos que son meras estratagemas de ocultamiento de la verdad para mil y una mentiras establecerse en su lugar: Hechos y figuras mezclados con suposiciones y fábulas cuyo resultado es un apetitoso caldo de ignorancia.

El otro habló de Pilatos, vaso usado para que la entrega del cuerpo del Cordero fuese posible. No era más que centrarse en el sacrificio del Hijo, pero ¡Oh no! Había que encontrar algún recoveco para ignorar este hermoso sacrificio de amor y lo hicieron hablando de un gentil cuyo propósito era ese: entregar a nuestro Señor Jesús a sus enemigos para que por su mano fuese vejado y vituperado.

Así podemos encontrar demasiados textos que hablen de tal o cual personaje, con tal de no dar testimonio de Jesucristo, nuestro Señor, Salvador y Maestro. Sin embargo, debemos atender a lo que advirtió el apóstol Pablo respecto a dejar ir estas monsergas de textos y no caer presas de sus sutilezas y maldades encubiertas.

Lo único que nos debe importar es todo lo que el Espíritu tiene para darnos en riqueza de conocimiento y doctrina. Nada más.

Que el amor, gracia y sabiduría del Señor Jesús sea en ustedes, amados hermanos, amén.

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