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Editorial 484 - Dios en todos lados.

Estuve por ciertos motivos en otra ciudad de México en días pasados, en los cuales tuve a bien caminar y sondear la ciudad en términos de cómo ven aquellos ciudadanos la realidad. Noté que hay varias referencias a Dios en muchos lados, lo cual podría significar gozo o alegría, pero mentiría.

El mundo conoce y sabe de Dios y habla de Él como si fuesen viejos conocidos, la verdad es que ignoran y aun le rechazan disfrazados de buscadores eternos unos, seguidores discretos otros y los más francos opositores y detractores aquellos más.

Lo cierto es que una sarta de mentiras y fábulas que crean alrededor de Dios, el Creador que ansía ser Padre espiritual de todos los humanos que respiran es para fabricar una realidad alterna e ilógica por donde sea que se le mire: un Dios permisivo, pero malvado; un Dios ingenuo y desconfiado; un Dios codependiente y frágil; un Dios asesino y cruel despiadado; un Dios que no existe, aunque lo nombran como si existiera, pero no existe; y así, sucesivamente.

Lo nombran, lo usan como referencia lejana, supuestamente explican sus motivos y razones, pero para terceros y no para ellos sus mensajes y reflexiones.

Incluso como agente motivador y espiritista, moral y religioso, metafísico y conductual, no obstante, son palabras huecas llenas de sinsabor y sinsentidos. Nada que ver con el mensaje de nuestro Señor Jesús, quien realmente habló del Padre, de Dios porque le conoce al extremo desde la eternidad y hasta la eternidad.

De manera que, aunque todos hablen o mencionen a Dios, mientras no sea a través de la revelación de lo dicho por el Señor Jesús deben de ser examinados escrupulosamente y de cualquier forma desechados, no porque tenga “algo de verdad” sino para detectar la leuda y el engaño escondido en su propaganda hipócrita.

Por tanto, el único quien puede hablar de Dios sin sesgos e intereses ocultos es precisamente nuestro Señor Jesucristo. Nadie más, y aquellos a quienes él envíe y hablen por el Espíritu inspirados. Del resto, no importa si son políticos, agentes sociales, comediantes, religiosos, motivadores, filósofos o charlatanes, todos son igual de mentirosos y con despropósitos bajo la manga. No prestemos atención ni tengamos gozo porque un mundano hable de Dios, dado que la misma escritura dice que hasta los demonios creen y tiemblan y el mismo Señor Jesús sentencia: “gloria de hombres no recibo”.

Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesucristo estén en ustedes hermanos, amén.




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