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Editorial 482 - Los cinco sentidos de la percepción: el olfato.

Bendiciones de lo Alto, amados lectores. Que la gracia, la paz, la sabiduría y el amor del Señor Jesucristo, Salvador nuestro, sobreabunde en su alma, amén.

El sentido del olfato -el último de esta serie de meditaciones por inspiración del Espíritu Santo de Dios para hablar y dar testimonio del Señor Jesucristo- es en muchos casos la antesala del gusto y confirmación de la vista acerca de algo que nos puede resultar deleitoso o bien, aborrecible.

Desde el suave perfume hasta la maloliente carroña tenemos muchas maneras de percibir sustancias químicas en forma de aerosol y dar cuenta de nuestro estado tras olerlas.

En el aspecto espiritual no es excepción y, aunque en lo particular no tiene tanto hallazgo en las escrituras como los anteriores, no quiere decir que tenga menos importancia.

Cantares 1:3: a más del olor de tus suaves ungüentos, tu nombre es como ungüento derramado; por eso las doncellas te aman. libro excelso que habla del amor del Heredero de toda la Creación, el novio, con su joven doncella, la iglesia, cita en esta ocasión la descripción del enorme gozo que da a la iglesia ser impregnada de los ungüentos del novio, Jesucristo. Y es verdad: nuestro Señor Jesucristo es olor de vida; huele a Dios: huele a agua viva, a pan de vida, a vino finísimo que, tras percibirlos, nuestra alma se enamora de él cual doncella del perfumado novio y ahora Rey poderoso en funciones. Sus mandamientos, leyes, ordenanzas son una lista de colecciones de fragancias que al ponerlos en nuestros cuerpos (creerlos, asimilarlos y aplicarlos) damos grato olor al Padre, quien se regocija que los portemos con orgullo las fragancias de obediencia a nuestro Señor Jesucristo.

1ª Corintios 12:17: Si todo el cuerpo fuese ojo: ¿Dónde quedaría el oído? Si todo fuese oído ¿dónde estaría el olfato? Poderosa sabiduría del Espíritu Santo donde revela al apóstol Pablo que todos tenemos diferentes funciones dentro de la iglesia para procurar su santa existencia y su sano testimoniar. Cada hermano debe juzgarse a sí mismo y ver en cuál sentido espiritual de la percepción tiene mejor competencia. Puede ser ojo, oído, tacto, gusto u olfato y debe procurar mejorarlo para el servicio de los hermanos y procurar protección ante elementos ajenos a la salud espiritual que nos conviene tener alejados. Del mismo modo que procuramos nuestro cuerpo a salvo, también al cuerpo de Cristo. ¿Quién de entre ustedes, amados hermanos, teniendo vista y conciencia se posiciona al frente de un tren en trayectoria veloz justo antes de que pase por ese punto para dar cuenta de lo fuerte del impacto? ¿Quién en su sano juicio, tras oír lo profundo de un abismo tras arrojar una piedra, se avienta para contar la profundidad? ¿Quién, teniendo el gusto y la inteligencia activos, prueba diferentes venenos y agentes tóxicos “para describir a qué saben”? ¿Quién, teniendo el tacto y el sentido común dispuestos, adhiere su mano o cuerpo a elementos metálicos al rojo vivo o bien a gases en estado líquido para comprobar que “unos están muy calientes” y “otros muy fríos”? Y por último ¿Alguien con su olfato y razonamiento en plenitud entrará a oler gases corrosivos en un espacio cerrado como el flúor, el cloro, el yodo o el bromo para especificar el tipo de olor que desprenden? Supongo que nadie. Así mismo en lo espiritual, defender activamente nuestra salud y supervivencia.

Génesis 27:27 Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo diciendo: mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido. Cuando la vista falta o no es suficiente, se requiere el olor para comprobar lo que a la luz del evangelio es bueno y malo para nuestra salud. Aunque en el texto se utiliza la astucia para el canje de bendición, ya Esaú había prevaricado de haber vendido su primogenitura por un plato de comida. La lección es que no seamos ingenuos ante cualquier doctrina o extraño que quiera entrar a la congregación y si hay dudas preguntar a otros hermanos para discernir, pues un sentido puede ser seducido, pero no los cuatro restantes.

2ª Corintios 2:15-16: Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, en los que se pierden, a estos ciertamente olor para muerte, y a aquellos, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién es suficiente? Nuestro amado Señor nos permite distinguir entre dos tipos de olores (hechos y testimonio) vida o muerte; los que agradan a Dios y quienes lo desagradan; quienes obedecen y los desobedientes; los vivos y los muertos, los que creen y los que no creen. Jesucristo nos da todo tipo de aroma agradable al Padre por medio de conocimientos espirituales aplicables. Es como tener el gusto por los mejores aromas (los que creemos en nuestro Señor Jesucristo como el Hijo de Dios y no negamos su nombre), o bien, fetiche por olores nauseabundos (quienes niegan a Jesucristo, lo difaman y menosprecian).

Cantares 4:11 Como panal de miel destilan tus labios, oh esposa; miel y leche hay debajo de tu lengua; y el olor de tus vestidos como el olor del Líbano. También el novio tiene palabras de amor para su amada iglesia cuando ésta le obedece y se sujeta a él, cuando en hechos y en palabras le dice que recibe su alabanza con placer y su accionar es agradable. ¡El olor de la obediencia es exquisito!

Números 15:13: todo natural hará estas cosas así, para ofrecer ofrenda encendida de olor grato a Jehová. ¿Quiere alguien agradar a Dios? Siga su indicación: a Él oíd. Lo que Jehová se agradó en Su tiempo con Israel era la medida en que sus acciones cumplían EXACTAMENTE con Su indicación, mandato o precepto. No era la ofrenda física lo que daba el olor grato, sino la obediencia de seguir exactamente con lo que Dios ordenó, la humildad para hacerlo en Su nombre y la buena voluntad para hacerlo y no como obligación. Ahora en la vida espiritual en Jesucristo es igual: hacer las cosas con buena gana, con humildad y con fidelidad y completitud. Si leemos con cuidado el antiguo pacto, no eran doctrinas profundas: eran instrucciones precisas sobre qué hacer, qué no hacer, cómo hacerlo y cuándo hacerlo. Mucho de la Ley era seguir al pie de la letra lo que estaba escrito. Ahora en Jesucristo son doctrinas, además de ciertas ordenanzas físicas.


Como conclusión, decir que la obediencia es el símil del sentido del olfato. Si nos impregnamos de Cristo en nuestras ropas y cuerpo, como perfumes, aceites, cremas y desodorante, nuestro Padre estará muy complacido. Todo lo que el Padre quiere oler es a Cristo viviendo en nosotros y fortaleciéndose, lo demás es pecata minuta.

Amados, dejemos que el conocimiento puro y perfecto de Cristo sea nuestro perfume espiritual. No permitamos que la religión y la desobediencia nos apesten. Siguiendo este sencillo consejo por parte del Espíritu, recibiremos gracia y por qué no, poder.

Por último, con esto se termina la saga de cinco editoriales que hablan de los cinco sentidos de la percepción espiritual. Por favor, a manera de ruego, les pido hermanos, que no dejemos en saco roto este conocimiento. Depende de nuestra vida, salud, juicio y testimonio y si el Espíritu Santo nos lo regala, es porque nos tiene en muy alta estima la Deidad. Somos depositarios de esta verdad espiritual y debemos de promulgarla a todos los hermanos en nuestro derredor.

Este presente es para ustedes, desde lo Alto: recíbanlo con amor, cariño, gusto y sinceridad.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en ustedes amados hermanos, en su espíritu, amén.




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