Amados de Dios y nuestro Señor Jesucristo: que la paz, la gracia, el amor y la sabiduría de nuestro Señor, Salvador y Maestro estén plenos en su espíritu, amén.
Como podemos enterarnos, los sentidos de la percepción son una obra maestra divina con las cuales Dios nos permite tener contacto con el entorno. No nos hizo seres aislados, huraños, solitarios o silenciados, sino cada ser vivo (no solamente nosotros los humanos) tenemos cada quien y cada cual diferentes maneras de manifestarnos y de recibir información del medio circundante.
En este contexto, decir que el tercer sentido a meditar por el Espíritu, el gusto, también tiene su profundidad. En muchos textos Dios reconoce el uso y función (literal y simbólica) de esta percepción pues es la antesala de la alimentación del ser vivo.
Cuando probamos algo, cosa que nos disguste la dejamos de lado y cuando algo nos excita el sentido de las papilas gustativas rápidamente queremos más y más, hasta la llenura o hartazgo de consumo.
En el sentido espiritual, el gusto es también la lengua del alma: ésta, influenciada por su propia naturaleza o por la interacción con otros gustos denota la relación entre amor/indiferencia/odio hacia algo o alguien. Nuestra natural capacidad de gustar o disgustar algo se ve manchada por la maldad y el pecado (es decir, nuestras imperfecciones y nuestro ser natural fuera de Dios) donde manifestamos algo no cuidando el fondo, la forma ni el propósito, pues el ego, la soberbia, la envidia, la avaricia, el odio irracional hacen acto de presencia para provocar destrozos en nuestra vida diaria añadiendo, además, frivolidad e indolencia.
En el Salmo 78:17-20, particularmente el 18 se lee: “Pues tentaron a Dios en su corazón, pidiendo la comida a su gusto” el Espíritu señala cómo el ser humano es necio, caprichoso al extremo e insaciable. O sea, espiritualmente no hay contentamiento y no lo habrá porque no hay sujeción y el alma está desatada en atender su glotonería espiritual, no solo viandas sino también con superfluidades el Señor lidia con la Humanidad. En Jesucristo se nos instruye a no hacer tal cosa.
Job 21:17-26 como contexto, pero el enfoque es el 25: “y este otro morirá en amargura de ánimo, y sin haber comido jamás con gusto” donde todo ser humano fuera de Jesucristo enfrentará este destino cruel, pues por algo nuestro amado Señor es el pan de vida que satisface todo deseo carnal insaciable de tener, gustar, probar, experimentar y poseer dando prudencia, sobriedad y contentamiento. Cristo nos enseña a estar contentos con lo que tenemos, pues la necesidad de poseer todo de todo es imposible además de que no existe tal cosa.
Finalmente, en Isaías 58:3 se lee: “¿por qué dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto, y oprimís a todos vuestros trabajadores”. Tremenda palabra lapidaria contra la hipocresía que la deja tendida sin aliento en el acto. Nuestro Padre no tolera falsos sacrificios de palabras o hechos que no estén inspirados por el amor a Jesucristo. Y el Señor Jesús no recibe honra de hombre natural, pues este le mató. Por tanto, nunca debemos sobreponer nuestro gusto al gusto del Señor en lo que sea que hagamos o digamos, pues pecamos. Si el Señor Jesús ya nos dejó escritos sus preceptos, hay que seguirlos sin añadir sazón, sabor o ingrediente a lo que ya está escrito, pues leuda es a la pureza de sus palabras. y eso causa daño espiritual.
2ª Corintios 11:19 porque de buena gana toleráis a los necios, siendo vosotros cuerdos. El Espíritu Santo es muy claro al respecto que nosotros toleramos en ocasiones sinsabores o sabores horrendos solamente por capricho. Las personas necias tienen un sabor aborrecible ante la Deidad y sin embargo, en muchas congregaciones les tienen como sabores auténticos, exóticos, únicos y de alta estima. Tenemos que aprender a gustar lo que a Dios le gusta y a degustar lo que a Dios le disgusta y no al revés.
1ª Timoteo 5:6: “pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta”. Esta palabra habla de las viudas dentro de las congregaciones que no tienen sobriedad en su viudez y dan rienda suelta en su ansia bestial de hallar satisfacción en el mundo. Cuando perdemos algo o a alguien por quien damos alto valor, amor o estima, el mundo enseña a volcarse en placeres efímeros “para olvidar”, para “vivir la vida”, “solo se vive una vez”, “la vida es una y hay que vivirse”, “you only live once: YOLO” etcétera, cuando la meditación, sobriedad y renunciación es lo conducente, según el Espíritu.
Colosenses 4:6: “Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”, el Espíritu Santo nos revela el secreto sobre cómo ser inteligentes, prudentes y sabios en la interacción con el prójimo. La sal es la ecuanimidad, la paz del Señor Jesús con la firme intención de ser claros, contundentes pero amables y tranquilos. La sal en su justa medida añade ese toque perfecto a toda vianda que la requiera en su preparación. Así es Jesucristo viviendo en nuestra vida en plenitud: la gente cuando saborea nuestro testimonio, lo degusta y halla sabor diferente y exquisito, luego los que están ordenados para salvación quieren más y confiesan el santo nombre de nuestro Señor y los que no, pues huyen porque les da terror haber hallado la perfección: a Jesucristo.
Colosenses 2:20-23, pero el enfoque está en 21: “tales como: no manejes, ni gustes ni aun toques”. La libertad de la vida en Cristo es degustar la vida sin mandatos humanos perversos, en saborearla con la obediencia a los mandamientos dichos por él y dar sazón a nuestros dichos y actos con el poder del Espíritu Santo. lo que hombres necios digan sobre qué o no hacer son falsos ingredientes que añaden peste a quien los oiga y practique, en detrimento de lo que nuestro Salvador ya dejó escrito.
Por último, hay un versículo que dice: “gustad y ved qué bueno es Jehová, dichoso el hombre que confía en Él”; otro más que dice: “entonces él (Zaqueo) descendió de prisa y le recibió gozoso” que nos declaran la postura que debemos tomar SIEMPRE (24/7/365) en todo relacionado a Dios. Al buen entendedor, pocas palabras.
Que la gracia, paz, amor y sabiduría del Señor Jesús sea en ustedes, amén.
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