Que el Señor Jesucristo les provea de todo amor, paz, fe y sabiduría en su nombre y rebose en el espíritu de ustedes, amados hermanos, los amamos desde México, amén.
En el anterior tema se abordó el sentido de la vista. Se vio cómo Dios puede hacer uso de este sentido para contemplar, ahora sí, Su grandeza. Sin embargo, requiere llegar a la perfección espiritual.
Ahora veremos el provechoso y muy socorrido sentido del oído en lo espiritual. Oír es la clave de recepción del mensaje de los cielos dado a todo Hombre por el Enviado de Dios, la Verdad hecha carne: Jesucristo el Hijo de Dios, Señor, Salvador, Maestro y Obispo nuestro, amén.
También a lo largo de la Historia se ha usado este sentido para demostrar que la voz de Dios no es una secuencia de frecuencias sónicas en el plano tiempo-espacio tridimensional, sino una percepción viva, en tiempo real, maravillosa por no decir premio por ser formales y crecientes en el desarrollo de la comunión entre hermanos.
Comenzamos con Romanos 10:17: Así que la fe es por el oír y el oír por la Palabra de Dios, donde se revela que el mensaje es verbal, es el relato de la acción salvadora de Dios que se escucha, se medita y se asimila para confesar y completar el proceso de salvación.
Marcos 4:23: Si alguno tiene oídos para oír que oiga. Señal inequívoca que el Espíritu habla por medio de los siervos. Habla de nuestra decisión de atender el mensaje o ignorarlo.
Juan 6:60, al oírlas, muchos de sus discípulos dijeron: Dura es tu palabra, ¿quién la puede Oír? Parteaguas entre los escogidos y los que no. No vino el Señor Jesús a hacer amistades ni a cuidar formas según el mundo. Vino a reformar el plan de reconciliación y quien se ofenda dará un paso de costado y sirve de filtro para quitar a los de doble ánimo.
Santiago 1:19: Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. La función del oído es ser puerto de entrada de la palabra de vida. Entonces el testimonio viene dado por atender un mensaje y no actuar visceralmente.
Hechos 13:44: El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios. Cuando una persona dispone de su voluntad, se da el proceso de estar y atender los asuntos del Señor. Si un grupo o multitud se dispone, hay poder de Dios.
Amados, el Señor Jesús habla y nosotros oímos. No necesitamos verlo para atenderlo. Cuando el Espíritu habla, nosotros debemos atender el llamado y meditar. El Espíritu nos enseña que el oído nuestro debe ser fino.
Que la gracia, paz, amor y sabiduría del Señor Jesús sea en ustedes, amén.
Comments