Que el amor gracia, paz y sabiduría del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos y lectores de este blog en su espíritu, amén.
Desde la educación primaria hemos sido enseñados en que tenemos cinco sentidos de la percepción, a saber: vista, oído, gusto, tacto y olfato. También progresivamente a cómo diferenciarlos, conocerlos, interactuar con la realidad circundante mediante su uso, obtener información y reaccionar tras recibir impulsos de ellos de parte del mundo exterior.
También son informantes de nuestra alma, mente y corazón y en virtud de lo cual manifestamos nuestro “yo” en los aspectos terrenales. Tenemos más experticia en unos, torpeza en otros, algunos no poseen los cinco activados y unos pocos más no perciben en virtud de alguna condición incapacitante que padezcan, como el estado comatoso.
De hecho, como ya se ha escrito, la falta de agilidad, entereza, prudencia y estabilidad emocional en el ejercicio de percepción genera el exceso que implica gozarse en la maldad, el pecado y morbosidad. Un éxtasis adictivo por estas percepciones es lo que termina atando al Hombre en sus pasiones y concupiscencias.
También se escribió que el Espíritu Santo usa estos cinco sentidos en la escritura para que sepamos que la percepción es un don de Dios y no una manifestación per sé del Hombre. Y en esta entrega, se analizará cómo Dios, por medio del Espíritu usa estos mismos cinco sentidos para mostrar el bien y deshacer toda obra del malo. Leamos en el Espíritu Santo y gocémonos cómo a través de Jesucristo, el Padre, en un acto de amor y misericordia restaura parte de las cosas.
Por la gran extensión de referencias, sólo se seleccionarán las más representativas y cada editorial, comenzando con este, expondrá cada uno de estos.
Por principio de cuentas, decir que la vista es el sentido más importante para DIOS porque es el más susceptible de ser engañado por el mal, seducido por la corrupción y cegado por el pecado; pero también el más práctico de convencer de la verdad y que Él es el Verdadero.
“Ven y ve” contestación de Felipe a Natanael en Juan 1:46 para que viendo supiese quién era quién lo llamaba: el Hijo de Dios y Rey de Israel como más adelante le confesaría.
“Venid, ved las obras de Jehová, que ha puesto asolamientos en la tierra”, cita hallada en el Salmo 46:8 el cual relata el poderoso portento de Dios, el cual dispuso que Jesucristo vendría a conmover a la Tierra con su ministerio, coartando todo intento humano de querer agradar o vencer a la Voluntad de Dios en sus términos fútiles.
“Gustad y ved qué bueno es Jehová, dichoso el hombre que confía en Él” poderoso versículo con el cual Jesucristo de muchas maneras trató de hablar a su pueblo mediante este Salmo 34:8. El Hombre reticente demanda pruebas y señales y viéndolo a él hecho carne como Enviado y el Profeta anunciado y le creyeron fueron alumbrados y sacados de su terrible condición. Abrir los ojos a Dios, ver al Padre en pureza de corazón, ver que Jesucristo habitó entre nuestra especie tras la lectura y meditación es como debemos aplicar este sentido.
“Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será este el Cristo?” Actitud de la samaritana cuando tras charlar con el Señor Jesús en primera instancia en el pozo de Jacob, supo tras verlo que era el Mesías, pues su decir era convincente y poderoso. Así nosotros, podemos poner a prueba a Cristo con fe y entenderemos que no somos engañados sino favorecidos por el Padre como así lo percibieron muchos en aquel día, según Juan 4:29.
“Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad y ved” Jesucristo mismo se presentó a Tomás para convencerlo de que era él y no un fantasma. Jesucristo tiene el poder para materializarse si así lo desease, como se lee en Lucas 24:39; y de hecho lo hará cuando venga a esta Tierra nuevamente para cumplir la promesa de venir por los suyos, como también dice en Hechos 1:11: “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. Esto lo dice para entender que Dios dará prueba fehaciente de Su existencia, pero será para juicio, pues aun viendo a nuestro Señor Jesucristo en su verdadera forma gloriosa no creerán.
Así como la vista natural se deleita en lo terrenal, la vista espiritual se regodea con las señales de amor de Deidad que le permiten validar que lo que se dice es verdad, de verdad.
Que el amor la gracia y la sabiduría del Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos, amén.
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