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Editorial 476 - Mundanización del evangelio

Que la gracia, la paz y el amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, desde México los saludamos efusivamente, amén.

Bendito sea el nombre del Padre que nos concede estar bajo Su gracia a través del seguimiento de los mandamientos y ordenanzas dichos por nuestro Señor Jesús por medio de la revelación de Espíritu Santo, progresiva y constante en aquellos quienes se renuncian al mundo y van al desierto en su vida para de ahí tener comisión espiritual de parte de Dios.

Bendito sea el nombre de nuestro Señor Jesucristo quien ha escondido toda sabiduría en su nombre, de modo que ningún advenedizo podrá hablar algo verdadero de Dios y reserva todo banquete espiritual a los que le aman obedeciéndole de buena voluntad.

Lo anterior a que con mucha tristeza he visto muchos “ministerios” de predicación y evangelización por parte de gente impreparada cuyo entusiasmo es estéril pues lo que anuncian o predican no es la verdad, aun basándose en versículos, como no analizan en la mayoría de los casos la profundidad, longitud y anchura de sus citas o pasajes y solo se basan en lo literal, carece de valor agregado “su aportación”.

Amados, esto lo escribo con mucho desagrado y contristamiento. En las redes sociales, sobran ejemplos muchos del desaseado uso de la palabra, la pueril manera de interpretar y la mundanización del evangelio, como si Cristo requiriese de las ayudas terrenales. Y lo anterior cae en lo obvio: ¿Acaso Jesucristo perdió su toque? No, sino que la falta de fe y de poder provocan estos desastres. Vi en Facebook un post en forma de video donde confunde al Padre y al Hijo en sus roles y encomiendas y se nota que no leen o no saben interpretar.

También una publicación donde sostienen “les guste o no les guste” para confesar el nombre del Señor. ¿De dónde o cómo se ve que usan a la ligera la palabra de Dios con frases mundanas o estilos terrenales? Pues porque no tienen al Espíritu Santo fuerte y pleno sino más bien contristado.

Hermanos y ovejas preciosas: no seamos perezosos en el ejercicio de meditar en el Espíritu, seamos obedientes y no permitamos que el Espíritu se contriste pues parte y suerte con el mundo no tenemos; comunión con lo terrenal no deben fomentar y apegarse a lo que está escrito son las mejores maneras de guardarse en él, sustentarse en la Roca de Salvación.

Que el amor, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesús esté en ustedes, en su espíritu, amén.







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