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Editorial 474 - Respecto a la Voluntad de Dios

Que la gracia, la paz y el amor de nuestro Señor y Salvador Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, desde México los saludamos efusivamente, amén.

Muchos se ponen a pensar respecto a la Voluntad de Dios. Escriben, piensan, cantan y filosofan en este tópico. Dan razones, teoría, dogmas y reglamentos sin sustentar sus dichos en la mente de Cristo o por la revelación del Espíritu Santo.

Lo cierto es que, más allá de lo anterior, es un simple y muy llano conocimiento. Por “simple” no me refiero a rebajarlo en algo poca cosa, sino a un todo a prueba de complicaciones.

Al grano: la Voluntad de Dios es que Jesucristo sea adorado como parte de Dios, pues escrito está, pero no se entiende cabalmente. El Hijo es parte de Dios. Entonces, es merecedor de toda honra, gloria, majestad, alabanza como el Padre. Debe recibir obediencia, lealtad, sacrificio de alabanza, fe, confianza y un total espacio en nuestra conciencia y corazón.

Tanto en el mundo como en lo espiritual ya está dicho: “A él oíd” dijo con voz firme el mismísimo Jehová cuando fue consagrado en su bautismo a todo espíritu viviente humano, iniciando con su ingrato pueblo. En lo terrenal su madre dijo: "Haced todo lo que os dijere”.

Mas ¿qué sucede? Se inventan pretextos para sobajar, despreciar, minimizar el valor de la obediencia hasta la muerte del Enviado, el sacrificio con muerte de cruz del Mesías -el Príncipe de Paz coronado y ungido por Jehová como el único Rey sobre Israel- y la renunciación de su divinidad para hallar a todos los perdidos por causa de la transgresión de Adán y promesa de restauración a Abraham milenios atrás.

La Voluntad de Dios es darle la preeminencia a Jesucristo, sobre todo, confiar en él y oír sus palabras, creer en él y por añadidura obediencia y amor por el Creador y Padre nuestro. Obediencia progresiva tendiente a ser total a sus mandamientos y ordenanzas. Rogar por su pronto regreso y esperar en él es la Voluntad de Dios en la actualidad. El Padre ha dado tal instrucción y quien quiera cambiarla o desoírla afrenta a Su Creador. ¿Quién puede redargüir de error al mismísimo Altísimo Dios Vivo? Yo me excuso de semejante osadía y alegre obedezco y cumplo con Su Voluntad, la cual es: confesar, creer, seguir, obedecer, amar y esperar en Jesucristo, el Hijo de Dios, Señor, Salvador y Maestro nuestro.

Que el amor, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesús esté en ustedes, en su espíritu, amén.

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