Que el amor, la paz y sabiduría de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, amén.
Cuando hablamos de renunciación en los términos espirituales es bajo los conceptos que la sabiduría eterna de Dios define y que por el Espíritu Santo se revela a quienes están listos para practicarla en su tiempo -obra dispuesta que andemos por Dios conforme a lo escrito en Efesios-.
Es decir, que la renunciación no se ajusta al modelo mundano, religioso y diabólico. De hecho, se contrapone 180 grados.
Verán amados hermanos, el valor de la renunciación es incalculable, pero infinitamente apreciado por el Padre viviendo la vida según Cristo porque quien lo haga se da cuenta del enorme peso en términos de riqueza espiritual. Renunciarse es sopesar todo lo que uno es, separar y clasificar todo: creencias, faltas, fortalezas, pensamientos, actitudes, aptitudes, miedos, deseos carnales, añoranzas del alma, ideas, etcétera, en bueno y malo: “lo quiero hacer” y “ya no lo quiero hacer”; “me gusta” y “no me gusta”; “tengo que hacerlo” y “no tengo que hacerlo”; por dar algunos ejemplos.
La diferencia radica en decidir cuál estándar se usa para declarar lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo. Está el estándar del Padre (el evangelio de nuestro Señor Jesucristo) y está el estándar del mundo (mi yo, usos y costumbres seculares y religiosos, pensamientos humanos, etcétera).
Y aquí está el punto álgido: seleccionando a la palabra de Dios en el nuevo pacto como estándar de medida, clasificación y discriminación de todo el bagaje anteriormente descrito se llega a la situación de dar valor por parte nuestra a lo que Dios ya sabe que es lo valioso, pero que hasta hace poco no era así y decidimos comenzar a tirar cosas que antes las amábamos por ser importantes, pero ya no para hacer espacio en el corazón y mente nuestras.
Y es hermoso porque nos damos cuenta de que nos da dicha seamos por fin congruentes y de un mismo sentir con nuestro Creador y Padre y comprendemos que siempre nos había dicho la verdad. Nos colma un gozo indescriptible aquilatar la sabiduría y poder de nuestro Señor, Salvador y Maestro Jesucristo entendiendo que siempre ha procurado reconciliarnos con el Padre y hacernos coherederos de Su vida en gracia y hasta hoy lo vemos y sentimos y creemos.
Y al darnos cuenta que comenzamos a tirar cosas muy bromosas y pesadas que daban torpeza y lentitud en nuestro devenir y peregrinaje en esta dimensión reflejo de lo verdadero, descansamos y vemos nuestra alma ser libre por primera y única vez al ser eterna esta condición que nos lleva Cristo en sus dichos y mandamientos.
Y al haber trazado el camino, nuestro buen Señor Jesús nos regala la esperanza cierta de que el fin de este camino está en la eternidad.
Amados hermanos: valoremos con todo lo que el Padre tiene para nosotros a través de nuestro Señor Jesús. Lo que el mundo ofrezca nada bueno es, realmente es una estafa pensar que algo provechoso tendrá el diablo en sus ardides y un despropósito grosero creer que el mismo hombre pueda ofrecer algo valioso, si carne corruptible es y hoy está y mañana no.
Que el amor, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesús está en ustedes, en su espíritu, amén.
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