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Editorial 455 - Cómo orar 2.

Que el amor, gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes en esta hora, amados hermanos.

Amados de Dios y de Cristo. Ya mencionamos en la entrega anterior que la oración tiene un propósito comunicativo delante de Dios, así como en las cosas terrenales demos tener esa disciplina. No se requieren discursos mareadores, proclamas huecas y arengas al viento como en las denominacionales está esa costumbre.

Pero entre los hijos de Dios están diversos modos de tener la atención celestial de acuerdo con el mover con el Espíritu.

Menciona el Señor Jesús que se pide y no se recibe porque no se pide lo que conviene. ¿Y qué es lo que conviene? La voluntad de Dios en nuestra vida, nuestro crecimiento espiritual en torno al amor, a la santidad, a la renunciación, al desapego del mundo y buen testimonio del santo nombre del Señor.

Otro aspecto a observar es el desorden en el flujo de las peticiones, sin claridad, coherencia e impacto nulo en el testimonio nuestro en los términos del evangelio.

De modo que debemos ser concisos cuando pedimos porque el contexto o las justificaciones no aporta en lo absoluto a la petición. Lo único que importa es la fe y un corazón limpio con una mente concentrada en los asuntos del reino.

Finalmente, declarar que se cree en el nombre del Señor Jesucristo para toda petición y en su nombre se pide para sellar la petición y sea recibida.

Que el amor y la gracia del Señor Jesucristo sea en su vida, amados hermanos, amén.

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