Esperamos que el amor, la gracia y la paz de nuestro amado redentor Jesucristo, Señor, Salvador y Maestro esté en su espíritu. Amén.
Enero comienza con sus religiosidades, al igual que diciembre. Según la nación puede que haya ceremonias o no, pero el Hombre, al fin administrador de la creación material, tiene control de diseñar estándares, en este caso del tiempo y dar nombre a los ciclos de éste.
Dios en realidad no está en contra de que el Hombre tenga sus estándares y ciclos, pero sí de que ponga su corazón en ellos. Esta festividad del año nuevo está plagada de necedades las cuales no es ni siquiera prudente mencionarlas, más en el Espíritu somos revelados sobre qué es correcto y qué no. Según el crecimiento espiritual es la permisión de actuar en ciertas celebraciones o no.
Pero lo ideal es la santidad. Apartarnos del mundo en cuanto a creer y enseñar a los menores estas cosas.
Nuestro Señor Jesucristo no manda cosas particulares al respecto, pero ahora el Espíritu Santo nos alerta a ser mesurados. A no ser comparsas de sacrificios a demonios, a participar en brindis perversos, invocar vaticinios y sentirse frágiles.
No existe un año nuevo, sino un día nuevo: el abrir los ojos cada día es nuestra verdadera celebración. El que cada año calendario se repita el día y hora en que venimos a este mundo no significa algo qué celebrar, pues gracia de Dios, no logro nuestro. Nuestra celebración es Cristo forjándose en nosotros. Es recordar su muerte en la Cena del Señor en la noche, es el bautismo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, ese es nuestro verdadero nacer. Pero no pide que celebremos eso, sino el hecho de que nuestro nombre se encuentra escrito en los cielos. Es decir, nuestro motivo de gozo no debe ligarse a cosas mundanas, materiales, controlables por hombre, sino lo que Dios, nuestro Padre nos da.
Si hay cohetes, danzas y cantos de alegría en 31 de diciembre ¡qué bueno! Pero ¿de algo sirve o abona a nuestra existencia? El tiempo es de Dios y el Hombre solo lo ve pasar. Si el 1º de enero hay resaca y desvelo ¿es provechoso? Nada de especial tiene ese lapso de 48 horas, solo una idolatría más de la que hay que cuidarse.
En Cristo nada es, se puede hacer algo, pero no como el mundo lo hace ni como el mundo lo festeja, en todo caso, celebrar la Cena, una reunión en Cristo para alabar a su nombre o simplemente una convivencia casual.
Amados, libertad hay, pero no convertirla en libertinaje.
Que el amor, la sabiduría, la gracia y la paz del Señor Jesús esté en ustedes, amén.
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