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Editorial 451 - El plan del mal: el Hombre no tenga comunión alguna con Dios

Que el amor, la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con ustedes, amados hermanos, donde quiera que estén, amén.

En esta ocasión, tenemos a su disposición esta revelación por el Espíritu: básicamente es que la carne, el diablo y el mundo buscan a toda costa que el hombre no tenga comunión alguna con Dios o Jesucristo, que no oigan el mensaje de vida eterna por medio de distracciones, ocupaciones afanes, actividades lúdicas, etc.… Lo que sea con tal de que el hombre no tenga sus pensamientos ni guarde su corazón en Cristo Jesús, porque eso constituye la derrota del mundo, naturalmente.

Para que el mundo sea exitoso, es imperioso que el hombre -en su pensamiento y alma- se concentre en cualquier cosa, por ejemplo: afanes del trabajo, festividades religiosas, carga moral, ciertas reglamentaciones legales, situaciones propias del individuo según su psicología, estatus social, propias concupiscencias, anhelos y limitantes con lo que provocan que el hombre viva ocupado y preocupado y siendo guiado y perfeccionado por el Padre a través de nuestro Señor Jesucristo.

Precisamente por lo anterior nuestro Señor Jesucristo es el Libertador nuestro de tales ataduras.

Pudiera incluso parecer tan soso y obvio hablar de esto, sin embargo, no lo es. Aunque todo el mundo discursase al respecto el entendimiento está entenebrecido a causa de que se carece de una conciencia cognitiva de lo que se habla o lee. No se tiene la mente de Cristo para entender al detalle y así ejercer apropiadamente la comprensión. El cerebro, por tanto, no tiene la presteza para discernir correctamente lo que se lee.

En consecuencia, se lee literalmente y no se llega a la profundidad de la palabra de vida, no se alcanza el conocimiento espiritual dando lugar a doctrinas falsas por cuanto no se entiende el propósito espiritual de comunicación del mensaje y no se comparte como debiera ser, porque el análisis es con una mente distraída y no concentrada en los asuntos del Señor.

Para esto es la santidad: prevenir este acontecer ocioso. Cuando meditemos en la escritura nada del mundo debe cruzar por nuestra mente porque esto ocasiona la distracción y la obnubilación al plasmar palabras o frases.

Cuidadosos debemos ser en respetar los tiempos del Señor. Alejarnos más de lo mundano y dedicar más tiempo al ejercicio sano de meditar con la mente de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, el Hijo de Dios. La comunión con nuestro Padre no podemos perderla, pues eso es causal de la derrota espiritual de muchos creyentes.

Que el amor, gracia y paz del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.

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