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Editorial 449 - El afán

Que el amor, la fe y la gracia de nuestro Señor Jesús esté con ustedes, amados, en su interior, amén.

Uno de los peores tormentos de la existencia del hombre constituye el afán, enfermedad equivalente a la desnutrición en la carne.

El afán puede definirse como un estado espiritual de desasosiego con el que se tiene infelicidad, impaciencia, estrés, intranquilidad y agobio porque las metas o proyectos no se concretan en tiempo, modo, forma y cantidad previstas.

El afán es antítesis de la paz y la paciencia, por cuanto el hombre no pone su voluntad en los términos de Dios y en consecuencia no hay seguridad en la ruta de lograr el éxito en sus caminos.

Nuestro amado Señor Jesucristo nos enseñó que para suprimir el afán está el amor de Dios.

El amor juega el rol de paciencia y confianza plenas. El poder de fe para declarar espera a la respuesta de Dios es lo que la carne se renuncia a hacer porque no tiene tiempo: quiere y anhela inmediación.

Dios, como Soberano, ha dispuesto leyes en todos los ámbitos y no pueden quebrantarse. Entonces, el afán surge como intento de sabotear el orden natural de las cosas.

Por tanto, amados, dejen en custodia a nuestro Padre sus rogativas con fe y sinceridad. De esa manera, vendrían todos los proyectos a descansar en la Voluntad de Dios y los concede según el bienestar, urgencia y fe. La voluntad del hombre no puede y no debe ser mayor que la de Dios. La prisa e impaciencia para que a la voz de “ya” se haga a nuestro modo no es correcto. No. es nuestro esfuerzo, es la fe; no es nuestra fuerza, sino la esperanza en nuestro Padre; no es nuestra idea, es Su Voluntad. ¿Por qué? Al ser Eterno sabe todas las circunstancias, efectos, consecuencias, correlaciones que nosotros jamás sabremos por completo.

Por esto es que el afán no es parte del perfil espiritual del creyente.

Confiar y esperar en el Señor, ya habiendo hecho la rogativa en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, es lo conducente.

Que el amor, gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados, amén.




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