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Editorial 443 - Cuando el Señor nos llama

La paz de Cristo sea en todos ustedes amados hermanos, en su espíritu rebose para que den acción de gracias. Salud, amor y fortaleza a ustedes, amén.

Todos tenemos un momento y una hora en que el Señor Jesús por diversos motivos nos llama a servirle. En el Nuevo Testamento encontramos muchas referencias de cómo se ha hecho presente en la vida de sus colaboradores y así expresar lo que espera de nosotros. En estos días, es por medio del Espíritu Santo dentro de nosotros que nos pide hacer esto (ejercer el servicio o ministerio).

No podemos esperar a que se haga conforme al rito judío porque nuestro amado Salvador y Maestro, el Señor, rompió todo lazo con esta impía religión. De manera que no seamos ingenuos ni tampoco pecadores de pretender crear llamamientos bajo una invocación en el nombre de Jehová, dando alegatos referentes a Israel o citando antiguas profecías (muchas de ellas ya cumplidas en el tiempo de Jesús de Nazaret).

Entonces, amados hermanos, cuando el Señor Jesús les llama es directamente a la conciencia, al “yo” interno que es el alma. El Señor Jesús, Señor de señores no precisa de citar versículos antiguos siendo él el vino nuevo. No requiere la aprobación de Jehová porque él es el heredero de todo lo creado por el Padre. Los profetas israelitas murieron y sus profecías fueron cumplidas, de modo que invocarlos es una especie de idolatría muy sutil. El Señor Jesús es soberano y él dicta lo que hay que hacer. Con algunos valientes, los corderos que van hacia el matadero, son a quienes puede mostrarse, si así le place, pues así será duro el jornal.

Con el resto, mediante el Espíritu Santo guiándonos sobre qué hacer, a dónde ir y qué decir es como procede el llamamiento al servicio activo en la evangelización. No por dinero, escuelas; no es hereditario, sino personal y selectivo.

Que el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.


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