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Editorial 442 - Deportes mundiales


Que el amor, gracia y sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes amados creyentes, rebosante en su espíritu, amén.

El ser humano tiene por costumbre, entre muchas cosas más, dar sosiego a su alma con acciones lúdicas, como el practicar un esfuerzo humano que no es trabajo, sino un gusto personal y una forma de darse placer y gusto ejercitando sus músculos en actividades denominadas deportes.

Esta actividad es irrelevante para lo concerniente al evangelio de nuestro Señor Jesucristo, pero también no debemos olvidar que su práctica fuera de los cánones normales lleva a la vanidad, desgaste prematuro del cuerpo y muerte en casos extremos. El apóstol Pablo escribió inspirado por el Espíritu Santo acerca de que el gimnasio y actividades corporales son vanas (Pablo vivió cuando las Olimpíadas eran parte de la vida de los griegos) de modo que, aunque no lo prohíbe expresamente sí aconseja no dejarse embaucar por eso.

En el mes de noviembre se celebra un evento de magnitud mundial en cierto deporte de correr tras un balón bicolor. Millones de almas vibran, se emocionan y están expectantes de tal magnitud, como si de algo provechoso fuera. Nada más que la discusión acalorada, la pasión desbordada, el gasto a raudales y la vanidad satisfecha es lo que parece tener prioridad.

Tenemos la libertad de disfrutar este evento, siempre y cuando no sustituya la prioridad con nuestra fe y nuestros deberes dentro del evangelio. No podemos hermanos, orar por los equipos, si bien por los hermanos que participen sean cubiertos de todo mal. No es correcto poner el corazón en un juego, en una jugada, en una posición. Hay que ser ecuánimes. No es agradable al Señor lanzar maledicencias o improperios, cuando el licor o el estupor explosionen el sentido común.

Hay que tomar las cosas como parte de la vida, parte del mundo, no sobredimensionar lo terrenal a lo espiritual. Guardarnos en el Señor Jesucristo de todo mal y toda palabra ociosa debe ser nuestra prioridad al momento de estar frente a un dispositivo de transmisión.

Recato, formalidad y paz hay que tener extra para que no seamos mal espectáculo frente a los extraños e inconversos.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.


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