Editorial 438 - Hablando de fundaciones…

Desde Nuevo León, México los saludamos y deseamos que la gracia, la misericordia, el amor y la esperanza de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Justamente la ciudad capital de este estado mexicano, Monterrey, cumple un aniversario más de su fundación por conquistadores españoles a finales del año 1,500 DC. Contrario a lo que pareciera ser, no se celebra mucho ese acontecimiento histórico como antaño, debido a los cambios generacionales que dan por sentado y hecho la existencia de la ciudad y olvidan que fue fundada tres veces debido a los agobios de esta zona en su clima y otros motivos de peso.

Así mismo, al igual que Monterrey y seguro muchas otras ciudades en todo el orbe, en el aspecto espiritual también muchos hermanos olvidan su fecha de fundación en Cristo. Pero no me refiero al día y la hora, mes y año. Me refiero al hecho en sí, el ser fundado sobre la Roca de Salvación: Jesucristo es el Hijo de Dios. Esta declaración de poder es el principio de todo el acontecer de la eternidad. SI NOSOTROS NACEMOS CORRECTAMENTE entonces tendremos una vida en Cristo muy notoria, dentro del buen testimonio y con grandes chances de ser los vencedores según en el espíritu de la iglesia en que hubiéremos nacido.

Pero si no, entonces tener muchas dificultades, no vivir en victoria plena y tener mayor esfuerzo para crecer espiritualmente, porque no se fundó de la manera adecuada en los términos del Señor y Dios Todopoderoso, nuestro Padre.

Así que, hermanos, echen un vistazo en cómo conocieron al Señor, de qué manera confesaron su nombre y fueron bautizados porque de eso depende su fortaleza espiritual. No echen en saco roto esta enseñanza, porque están a tiempo de rectificar y mejorar su relación con el Padre, fortalecer al Espíritu Santo en ustedes y ser tenidos en cuenta por el Señor Jesucristo para sus ministerios.

La sabiduría, ciencia y poder de lo Alto esperan caer sobre la muchedumbre de creyentes aptos para ser los depositarios del dulce nombre de Jesucristo. Asegúrense celebrar diariamente a Cristo en su vida, no olviden tomar los primeros rudimentos sobre el amor, la fe y la esperanza y leer el Nuevo Testamento capítulo por capítulo, versículo por versículo y así fortalecerse y ser representantes del reino de los cielos en la Tierra.

Que el amor, paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos, amén.