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Editorial 429 - Yo quiero ser como…

La paz, amor y gracia del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Hemos oído infinidad de hermanos quienes, en su poco juicio y profundo desconocimiento de la palabra por no estar cimentados en la fe, añoran y mencionan ser como los personajes del antiguo pacto, como si eso fuese una señal de piedad, santidad, amor a Dios y obediencia a Su palabra.

De hecho, es tan mala práctica que cae en la soberbia, estulticia y muy mal testimonio delante del Señor y los hermanos, porque todos esos siervos cumplieron con un cometido en su vida y el mismo Señor Jesucristo habló de ellos en Mateo 13:18: Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Entonces ¿cómo puedo decir que quiero ser como Moisés, Job, Elías, David, Salomón, Josué, Jacob, Esther, Rut y un larguísimo etcétera, tan solo para dar algunos nombres?

En todo caso, si has de añorar a ser como alguien, aspira a ser como cualquiera de los doce apóstoles, Pablo, Silas, Bernabé, Lucas, Aquila, Priscila, Filemón, Tito, Lidia, Tercio, Esteban, entre muchos otros hermanos -agraciados para servir- más.

Pero tu ejemplo a seguir es Jesucristo y solo Jesucristo.

Pues ya el mismo Pablo escribió de esa necedad del género humano de tener líderes en carne y hueso y resistirse a andar por el espíritu, donde escribió en 1ª Corintios 1:12: Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo. No es correcto de hacernos imágenes de carne y hueso, pues los hermanos más avanzados son consiervos con las marcas del Señor -vituperio, pundonor y gloria- donde no se les puede ensalzar sutil o categóricamente porque estorba a su crecimiento y debilita la fe de quienes pretender tener club de admiradores como el mundo hace.

Pero si sigues insistiendo en tener un referente, sigue al Hijo del Hombre: deja todo, toma tu cruz y síguelo, pero para eso tienes que tener fe en el Hijo de Dios, nuestro Señor, Salvador y Maestro. Además, dejarte guiar por el Espíritu Santo que te muestra qué hacer, a dónde ir y qué decir.

Entonces, amado lector, resiste a la tentación de tener héroes, no cedas a la glamorosa mentira de identificarte humanamente con alguien y no tengas parte con los hipócritas que siguen hombres perversos y vanos, soberbios y engañadores. Ora por tus maestros, ancianos, profetas, pastores y obispos para que en lo que tú crezcas y encuentres tu misión dentro de la iglesia ellos puedan entregar buenas cuentas al Señor de los ministerios y Príncipe de los pastores. Ámalos, obedece sus indicaciones, pero no pongas tu corazón en su fisonomía, actitud o voz, pues el Señor es celoso y reprende a los que ama.

Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea con ustedes, amados lectores, amén.



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