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Editorial 428 - Jesús se apartó y oró.

Que el amor, gracia, sabiduría y paz del Señor Jesucristo sea con ustedes, amados hermanos rebosantes en su espíritu, amén.

Los creyentes dispersos en todo el orbe, aquellos quienes fervorosos oidores y amorosos hacedores cumplen con esta palabra, lavan sus vestiduras y son de alta estima al Señor. Amados, la lección es muy simple: apartarse y orar es necesario hacer para vencer a la carne, fortalecernos en el Señor y brindarnos un refugio espiritual para meditar y solicitar ayuda.

El Señor se apartaba porque el agobio era demasiado: estando en la carne, sufría por muchas razones: la incredulidad del pueblo y su vergonzoso estado espiritual; la necesidad de los creyentes en él, quien, al solo él tener el Espíritu Santo no podía darlo a los demás pues aún no moría y debía ser fuerte para dar lecciones de amor, confianza y fe.

Por si fuera poco, el asedio de satanás y el sanedrín, siempre acechando con adulaciones destructoras para hacerlo caer, sin contar la propia debilidad de su carne que le atosigaba: sed, hambre, fatiga, calor, sueño, frío, agotamiento, etcétera.

Por tanto, oraba alejado de todos para renovar su compromiso con el Padre, para que Él le fortaleciese, así como ahora nosotros debemos hacer.

¿Para qué ir al mundo? ¿Por qué confiar en el hombre? ¿En cuál posición ventajosa nos darán nuestras propias fuerzas? ¿Qué cosa en esta creación será mejor que tener una comunión perfecta de Dios como Padre en oración? ¡Ninguna!

Entonces, ¿por qué muchos solo leen y no hacen? ¿por qué otros gritan huecamente “amén aleluya” “alabado sea Dios” por tradición, costumbre y sin fe? ¿Para qué se lee la escritura en el nuevo pacto como mera secuencia estadística y numeral, pero no para meditación y acción?

¡Amados! ¡Reaccionen! Oremos apartados del mundo, solos o con la familia, pareja, hijos o hermanos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Solo así crecemos en santidad, en comunión y fortaleza espiritual agradables al Padre.

La paz y gracia de Cristo sea a vosotros, en su espíritu, amén.

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