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Editorial 424 - Carta a los hermanos en Cristo radicados en el Reino de España

Amados de nuestro Padre, hijos suyos para gracia redentora de nuestro Señor, Salvador y Maestro Jesucristo, el Todopoderoso Hijo de Dios: paz, amor y gracia sean plenos en su corazón y espíritu, amén.

Preciosos tesoros espirituales vivientes, el tiempo de nuestro Señor está cada vez más cerca. Por tanto, les enviamos un ósculo de amor fraternal, sabiendo que ustedes procuran guardarse cada vez más de las trampas del malo en cuanto al mortal ecumenismo que cunde en todo el mundo como lepra destructora del mover en el Espíritu.

Deben fortalecerse en la oración ruego súplica y paciencia, en el entendimiento de que toda prueba en esta Tierra es para los incrédulos y pecadores quienes se rehúsan en buscar ayuda y refugio de nuestro Padre por medio de confesar el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Sí hermanos, hemos sabido de que padecen muchas penurias en su nación, sin embargo, en todos lados hay cosas por las cuales no debemos permitir que nuestros ojos dejen de mirar las cosas espirituales para atormentarse por las cuestiones terrenales.

Sí, hermanos, parte de nuestro peregrinar es padecer, no todo es miel sobre hojuelas porque luego nuestra carne se olvida de nuestro Dios y debemos de orar, gozarnos, no renunciar a la esperanza, no negar la fe y muchos menos dejar que nuestro amor se enfríe, pues solo es temporal y nuestra eternidad jamás tendrá fin en la presencia consoladora de Dios en todo su esplendor.

Si tenemos necesidades, tenemos como iglesia que apoyarnos unos a otros, si necesitamos oración, apoyo financiero, recomendaciones laborales o bien empleos remuneradores para dar correcto testimonio no debemos dejar de hacerlo, pues nuestra primaria responsabilidad es que, como creyentes, apoyemos a los de la iglesia primero.

No cesen de orar por las autoridades, para que sean sujetas a los designios de Dios en cuanto a buena gobernanza, justicia social y que provean las mejores condiciones mientras estemos en esta generación con vida, fuerza, salud y sobre todo, fe sustentada en la Verdad de que Jesucristo es el Hijo de Dios.

Sobre todo, hermanos, fundaméntense sólo en la sana doctrina del Señor Jesucristo: ignoren paganismos de vivir como mundanos (practicar la santidad), echen fuera a los judaizantes, no comulguen con religiosos y falsos obreros y trabajen en los asuntos del reino: oración, buen testimonio ante los hombres, obediencia a los mandamientos y ordenanzas de Jesucristo, predicar solo la salvación y basar su aprendizaje en el nuevo testamento, además de mantener cálido y sincero el amor fraternal.

Con esto, entre otras cosas más, tendrán como añadidura misericordia y victoria en lo que requieren de manutención hermanos. Pero si siguen el camino de Marta, afanarse en lugar de oír la voz de Jesucristo, corren el riesgo de padecer de más, por rebeldes y desobedientes a lo que él nos dejó escrito en su palabra.

No hay que ser de oído pesado y músculos perezosos, sino trabajemos activamente en lo que al Padre le ocupa: predicar a Jesucristo como Su enviado a los hombres para salvar -mientras haya todavía tiempo- lo que se había perdido.

La paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea en ustedes amados de Dios y Cristo, amén, desde México, en el noreste tórrido, les saludamos.



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