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Editorial 423 - La frivolidad

La paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, hermanos, lectores, amén.

La instrucción suprema por parte de nuestro Señor y Salvador Jesucristo es la que dice en Juan 15:12: “Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, como yo os he amado”. También vuelve nuestro amado Maestro a repetir la enseñanza en Juan 15:17: “Esto os mando: que os améis unos a otros”. Ya lo había mencionado un poco antes, en Juan 13:34: Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros, justo después de que el Iscariote abandonase el recinto.

La fortaleza de la iglesia es el amor fraternal entre los hermanos en el mundo. La fortaleza de cualquier congregación local es el amor fraternal entre sus miembros, ovejas del Buen Pastor. La unidad que brinda el amor mutuo es el pegamento más fuerte que existe y es creación de nuestro Padre, como dice en 1ª Tesalonicenses 4:9: “Pero acerca del amor fraternal no tenéis necesidad de que os escriba, porque vosotros mismos habéis aprendido de Dios que os améis unos a otros;” o sea, que todo el evangelio de Jesucristo viene de Dios.

¿Por qué pues, hay elitismo y censura en las congregaciones? ¿Por qué hay “iglesias” podridas en dinero y comunidades apartadas de hermanos tienen congregaciones muy pobres? ¿No pide nuestro Señor estemos en igualdad de circunstancias? ¿Qué el que tiene dé al que no tenga? Hay muchos hermanos en situaciones muy apremiantes en cuanto a salud, empleo, sustento, techo, vestido y seguridad, más los que tienen pudencia, ¿dónde están? ¿por qué se esconden? ¿por qué no salen y ayudan en lo secreto a los hermanos más necesitados? ¿solo la oración y no la ofrenda?

Quien escribe ha padecido en el pasado, cuando estuve en el extranjero hermanos me apoyaron, luego enviados del Señor llegaron a auxiliarme y luego nada me faltó. Pero las iglesias hinchadas de dinero, con templos fastuosos, coros, instrumentos musicales en perfectas condiciones, comodidades al interior de estos edificios de culto; sin embargo, otros hermanos padeciendo persecución, hambre, emigración, pobreza extrema, enfermedad.

Amados, el amor no es confesar y listo: es realizar en lo secreto, en la misma intimidad en que nuestro Padre nos procura y luego nosotros externamos. Así quiere nuestro Señor Jesús que actuemos. Así lo ordenó, que unos a otros satisfagamos nuestras necesidades y no depender del mundo y de esta manera tener la torre fuerte para dar el testimonio de que Dios vive y obra en nosotros.

No seamos frívolos, indiferentes, apáticos y lentos, porque de esto también daremos cuenta al Señor. Lo que el Señor nos de extra es para dar a los hermanos cuando sepamos que tienen necesidad. Recordemos que así como el Señor vive en nosotros también vive en ellos. Cuando tengamos, seamos generosos y apoyemos a la comunidad creyente en lo que se necesite. Esto es el verdadero poder de la iglesia y es la genuina predicación a los incrédulos. Lo demás es vanidad tóxica.

Que el amor, la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes amados lectores, amén.

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