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Editorial 419 - ¿Fábulas o doctrina?

En la vida de la iglesia existen muchos conocimientos que no son doctrinas inspiradas por el Espíritu Santo, sino son sutiles inferencias inexactas sobre lo que está escrito en la Biblia, particularmente en el nuevo pacto.

Por citar un ejemplo, la religión que representa a la Jezabel espiritual ha creado muchos cuentos, anécdotas e historietas alrededor del nacimiento de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, lo cual no habría de importarme si no fuera el hecho que las congregaciones “asumieron” su veracidad, omitiendo la sentencia dada a nosotros por el Espíritu Santo: “examinadlo todo, retened lo bueno”.

Leyendo lo escrito en Lucas 2, nos damos cuenta que Jesús nació pobre, en un sencillo pesebre y quienes proclamaron su venida no fueron sacerdotes, profetas, reyes o fariseos: fueron humildes pastores trabajando al cuidar ovejas. Éstos simbolizan a los obreros quienes de antemano Dios creó para la obra (la predicación del evangelio de paz y reconciliación).

Por tanto, el hombre nada tiene que ver con los asuntos del reino de Dios. Fueron estos humildes trabajadores quienes de noche hablaron al pueblo, simbolizando que nadie sabía de los tiempos de Dios y solo quienes despertaron fueron en verdad notificados y gozosos aprendieron que el tiempo de su visitación había llegado por fe. Esto es la fidelidad del amor de Dios al hombre, hablar a los suyos.

De manera adicional, decir que el mensaje fue corto y sencillo: “Nos ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Esto fue lo anunciado y la señal: el niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre, dado por un ángel y ellos testigos de haber visto a este ángel y luego huestes celestiales. Los pastores, tras comprobar la señal, se regresaron anunciando a todos cuantos pudieron de esta señal y milagro de alcance universal e infinito.

Pero nadie predica esto. En su lugar, celebran la navidad, hacen pastorelas, realizan fiestas paganas y ritos que Dios nunca ha pedido, no están escritos y no aportan al evangelio cosa alguna.

Y así hacen lo mismo, como en aquellos días, con la venida de nuestro amado Señor. En lugar de esperarlo trabajando en la obra como aquellos pastores fueron hallados trabajando, están esperando sentados, holgazaneando mirando al cielo, a que venga.

Pierden tiempo valioso creando historias y fábulas de que ya viene, ya vino, no vendrá, vendrá en tal mes de tal año. Se meten al estudio de tiempos terrenales cuando, viendo con ojos espirituales se puede saber cuándo será el tiempo -no el instante- en que venga.

Vendrá de noche, así como nació; será anunciado a otros pastores, hermanos trabajando fielmente afuera de la ciudad, vendrá a sus escogidos y por sus escogidos. Por tanto, hagan caso al “velad y orad” y así sabrán.

Tan sencillo que es saberlo, entenderlo y practicarlo con el apoyo total del Espíritu, después de haber andado por no poco tiempo en el evangelio y tras haber recibido las marcas del testimonio. No hagan caso a fábulas ni crean en cuentos, esperen a la revelación por el Espíritu Santo de Dios.

Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, amén.

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