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Editorial 413 - Adivinación contra profecía.

¡Hola, amados hermanos! Que el amor, la paz y la sabiduría del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén. Los saludamos afectuosamente desde México, en el noreste de esta nación que ha bendecido nuestro Padre de muchas maneras, a pesar de la maldad del hombre y de las maquinaciones del diablo. Dentro del aspecto general, nuestra nación ha podido solventar tanto flagelo y daño a la sociedad humana debido a la pandemia y los aspectos geopolíticos del conflicto armado al otro lado del planeta.

Mucho de lo que nos goza participarles, también, es que en términos generales, el evangelio fluye sin estorbo dentro de los contornos de nuestra nación, con lo cual el gran Dios es consecuente con Su misericordia y gracia para con los justos e injustos, pecadores y ovejas, salvos y no salvos por el afecto al nombre de nuestro Señor Jesucristo. Aunque todavía queda mucho camino por recorrer -dado que la mies es mucha y los obreros pocos- confiamos en nuestro Señor Jesús que este pueblo al que fuimos adscritos sea notificado en su totalidad para que su palabra se cumpla y pueda entonces venir el Señor por nosotros, los suyos.

Pero de lo que no estamos de acuerdo, no suscribimos y no compartimos, sino que muy por el contrario hacemos notar de manera muy clara es que se confunda el ministerio de la profecía, la visión y los sueños con las aberrantes y malditas por Dios adivinación y prestidigitación, presentes en todo pueblo y nación como una de muchas cizañas del adversario implantadas en el mundo.

Aquí, lamentablemente, sectas que se disfrazan de denominaciones o iglesias usan el nombre del Señor en vano para dar declaraciones fantasiosas, fuera de todo lugar y proporción en cuanto a los finales tiempos. De por sí, el mundo incrédulo y fatuo confía en predicciones hechas por elecciones probabilísticas de animales, el chamanismo y la santería, los horóscopos y sus embustes, así como los falsos adivinos en los medios de telecomunicación infestan con tonterías absurdas, algunos perversos utilizan estos mismos ardides para infiltrarse en las congregaciones a manera de enviados, revelados, profetas, apóstoles -torciendo en todo lo posible la escritura- declarando falsos escenarios por medio de versículos descontextualizados del nuevo y sobre todo, el antiguo pacto.

Enseñan falsa doctrina (voltear a Israel, como la esposa de Lot a Sodoma) como único modo de saber la medida de los tiempos y las sazones dichas por Jesucristo.

Desprecian el mensaje de los santos apóstoles para leer con detenimiento a los antiguos profetas en sus profecías, queriendo incrustar esas palabras a los hechos de la actualidad, como dentro la misma religión judaica está lo cabalístico -versión B de la Torá-.

Pero también, confunden los mismos dichos del propio Señor Jesús para construir sus maléficas predicaciones: revuelven contextos, escenarios y público meta para mezclar y encontrar la doctrina extraña que promueven como verdad santa.

¿Qué podemos esperar de ellos? Absolutamente nada y de hecho, echarlos fuera, porque tientan al Señor al comprometerlo con sus falacias que se cumpla lo que ellos dicen sucederá. No hay más espíritu que el de error, adivinación y engaño. Si hablasen por el Espíritu Santo, fueran congruentes con lo escrito y por sabiduría de lo Alto contestarían satisfactoriamente toda duda respecto a nuestra vida moderna. ¿O qué, se niega que el Espíritu Santo tiene el poder de enseñar dos mil años después? ¿Se requiere entonces de filósofos y pregoneros del desastre para socavar la fe de muchos en pro de sus falsas opiniones y apreciaciones?

¡Cerdos disfrazados de ovejas! Seres llenos de maldad que pecan con pecado de muerte de consultar a otros religiosos, agoreros y hechiceros para acoplar la santa palabra de Cristo a sus escenarios convenientemente, enfocados en arrastrar a muchos de confiar en la tecnología, ciencia terrenal, el dinero y así prepararlos para su encuentro con el anticristo, puesto que con sus dogmas sutiles niegan al Espíritu Santo.

¡Perros insaciables! Entes humanos dedicados a comer desperdicios, estiércol y toda carroña de falso conocimiento y doctrina si eso les conlleva a sobrevivir, fortalecerse y ser falsos emisarios de la verdad, así como la bestia hará lo propio cuando sea su tiempo. No hablan del amor de Cristo y la fraternidad entre hermanos, el vituperio de la verdad y el testimonio, no hablan de perder la vida por agenciarse la vida eterna a cambio. Omiten alejarse del mundo, sino que procuran justificar la anestesia de la iglesia y así pasen a formar las filas de Laodicea, pudiendo afianzarse en Filadelfia.

Por esto mismo, hermanos, le amonestamos en el Señor Jesús, aprovechando que cubrimos el contenido escrito en Apocalipsis a que cierren sus ojos, oído y corazón a esas lisonjas y adivinaciones de lo que pasará. Echen fuera sin miramientos a quien les diga que Cristo está en algún lugar; que viene de Jehová para dar profecía; que Dios habla con ellos para dar señales del fin del mundo, pues solo buscan a los débiles, faltos de fe y miedosos y con ellos dividir las iglesias.

Recuerden que el Señor Jesús, cuando sintió debilidad oró; sin embargo, siempre fue fortalecido y nunca permitió alguien le suplantara, aun a los mismos sacerdotes confrontó con el poder del Espíritu Santo y decirles las profecías que él les dijo contra su religión adúltera y contumaz. En ese sentido no podemos tener miedo de confrontar y echar fuera a esos malos obreros.

La profecía es la dádiva de noticias en tiempo presente sobre hechos futuros para previsión y oración de fortaleza y resistencia- donde el profeta lanza el anuncio y él no es llave que previene, solo es emisario veraz de lo que el Espíritu le revele para los oyentes quienes deben escuchar y actuar conforme a lo escrito en el nuevo pacto. Ahí está la solución.

La adivinación, en cambio, es la entrega de mentiras en tiempo futuro con catalizadores en tiempo presente, casualmente los oyentes son tales catalizadores o activadores de tales hechos fatalistas so pena de no seguir las instrucciones de ellos, quienes convenientemente tienen la solución en sus manos y solo en sus manos al ser ellos “enviados” -queriendo suplantar a Jesucristo-.

El que quiera leer, que lea; quien quiera entender que entienda y quien quiera desechar, que deseche.

Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.

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