Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesús sea con todos nuestros lectores -ellos, quienes semana a semana leen nuestros escritos para hallar conocimiento de parte del Espíritu, pues nosotros no somos más que colaboradores del Cordero que fue inmolado- en su espíritu, amén.
En estos días tan intensos donde en ciertas partes del mundo hay guerra, guerrillas, enfrentamientos bélicos tales como Yemen, Siria, Ucrania y Palestina y en muchos otros lugares hay gobiernos injustos y de índole expansionista y conquistador que la gente y opositores dan su batalla, no nos queda más recordar aquel versículo profético de nuestro amado Señor Jesucristo en sus versiones:
Mateo 24:6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no es turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin;
Marcos 13:7 mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque es necesario que suceda así, pero aún no es el fin;
Y Lucas 21:9 Y cuando oigáis de guerras y sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente.
Amados hermanos, mucha gente juzga y critica a Dios por estas situaciones tan malas y adversas, en las cuales quienes sufren más son los hermanos en tales naciones, localidades y regiones de alto impacto de odio.
Sabemos que Dios es amor y es Dios de paz que da vida. Entonces ¿por qué ocurre esto? Por la falta de fe, por la rebeldía expresa de tales sociedades a oír la voz de Dios, por negarse a permitir que el evangelio de Jesucristo fluya en sus contornos, por creerse superiores e incluso al nivel de Dios (cuestiones étnicas o religiosas) lo que constituye una propaganda barata y panfleteria manifiesta a incrédulos y avaros.
De ninguna manera estas guerras son señal del Apocalipsis, porque si algo queda muy claro es que las naciones no guerrearán contra ellas, sino contra Cristo, contra los santos y contra Dios y sus enviados en el fin.
¿Por qué es necesario que todo esto acontezca? Porque no es para todos tener la fe, en virtud de lo cual muchos linajes deben ser raídos en virtud de su maldad a través de los años. No olviden, amados hermanos que las naciones son almas, entes vivos para Dios las cuales desfilan ante Su presencia y Él les llama por su nombre. De manera que nosotros, sus ciudadanos fungimos como células en ese ser espiritual que denota su pecado, su maldad y su acercamiento a Dios en los avivamientos.
Dios habla a las naciones y les amonesta a que crean en Jesucristo, a través de los diferentes apóstoles y evangelistas dispersos por todo el orbe y no pueden ellas dinamitar o estorbar a esta obra profética de que toda carne sea informada del evangelio (esta es la señal del fin, cuando todos sean notificados del evangelio de salvación y no quede ser humano sin oírlo ahí empieza el fin).
Pero ¿qué hacen estas naciones? El mismo Espíritu nos contesta pues, así como Israel fue notificado tantas veces, así ahora aplica esta misma palabra:
Hechos 28:26 ve a este pueblo y diles: De oído oiréis y no entenderéis; y viendo veréis y no percibiréis.
¿Y por qué no oyen ni entienden? Santiago nos manifiesta la respuesta en Santiago 4:1: ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
De modo que, las naciones como los individuos quienes las componen tienen pasiones (nacionalismo, avaricia, odio racial o religioso, disputa de tierra, agua, recursos, inconformidad con las fronteras, colonialismo, imperialismo y sentimiento de superioridad) que son usadas por partidos políticos, élites empresariales, grupos religiosos, propagandistas con ansia de poder y fama y en general, perversos falsos maestros de sociedades enteras disfrazados de eruditos, filósofos, politólogos, economistas, sociólogos, etcétera.
Entonces, no debe apurarnos como señal del fin, pero sí debemos guardar la paz con todos ellos, pues enemigos son al ser engañados por el enemigo y seducidos a seguir sus propias concupiscencias. Por eso mueren muchos, porque desoyen a Dios y siguen sus caminos. El libre albedrío existe y existirá.
Entonces, pidamos por nuestra nación para que no sea engañada por satanás por medio de sus gobernantes quienes tentados y muchos de ellos anestesiados por el olor sedante de la codicia, corrupción e ínfulas de poder tomen decisiones que conlleven a tales conflictos. Es nuestra función como iglesia: atar y desatar por el poder del Espíritu y conforme también a la Voluntad de Dios en Sus tiempos.
El fin vendrá cuando las naciones y sus ciudadanos no oigan la voz de Dios que llama a la hermandad, al amor fraternal y perdonar a través de Cristo, sino que oirán al falso profeta, al anticristo y a la bestia que los congreguen en un falso discurso de paz y una mentirosa seguridad.
El que tiene oído para oír que oiga y el que tiene entendimiento que entienda. Y quien deba de ignorar, que ignore.
El amor, la paz, la gracia y sabiduría de Cristo Jesús, Señor nuestro les sean dados en abundancia, amados lectores: amén.
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