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Editorial 410 - Oración matutina.

A todos los lectores, hermanos y creyentes, deseamos que la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes, en su espíritu, así como su inmenso amor sobreabunde su corazón, amén.

En los salmos se leen referencias respecto a la oración matutina como un elemento de acción para consagrar una comunión cercana con Dios, la cual muchas religiones hacen también, aunque ellos se quedan con las manos vacías y solo con la satisfacción de hacer buena obra, pues no invocan al Todopoderoso Dios a través de confesar el nombre de nuestro Señor Jesucristo como intercesor único nuestro ante Él.

Lo cierto es que tampoco muchos hermanos lo hacen así. Se remiten llamar a Dios como “Señor” -sí, sabemos que es el Señor de toda carne, pero también es nuestro Padre y en esa confianza debemos de invocarle, con amor, cariño y esperanza y no con frialdad, excesiva solemnidad o incredulidad- y además, decirle Jehová -como si nosotros llamásemos a nuestro padre biológico por su nombre propio, profesión, apellidos, estatus social, etcétera-.

En muchos versículos de la escritura cuando los colaboradores se refieren al Padre como Dios, es porque hablan de Su función, de alguna distinción o alguna doctrina. Pero cuando hacen referencia a Él como su Dios, le dicen Padre, puesto que agradecen y confiesan sin tapujos ese privilegio de filiación espiritual. Ya hemos hablado mucho de esto.

Centrándonos en el tema, decir que la oración matutina es muy íntima con nuestro Padre porque nuestros primeros pensamientos son dirigidos hacia Él para agradecer, solicitar o rogar y eso le agrada, que encomendemos nuestro camino del día a Él, por medio del Señor Jesucristo. De hecho, el camino que recorramos sea el de Jesucristo y no el nuestro, para agradarle aún más.

Podemos rogar por victoria en empresas por realizar, juntas por tener, negociaciones a establecer y problemas por resolver. Además, solicitar protección de caer en tentaciones, que nos libre de todo mal, que cubra nuestra salida, estancia y llegada a casa, por las autoridades, necesidades de la iglesia locales, por la salud de los enfermos; así como también desatar poder del Espíritu Santo para reinar en donde andemos, atar estratagemas del diablo en contra nuestra o bien la maldad de los humanos inconversos que tengan algo personal contra nosotros por maldad, entre otras cosas.

Por eso es necesario orar por las mañanas, antes de salir. Establecer familiarmente esta acción espiritual de cobertura, profecía, declaratoria y petitoria ante Su Majestad, nuestro Dios y Padre a través del dulce nombre de nuestro Señor Jesucristo. También podemos orar a Cristo, por supuesto, que nos apoye en la renunciación, en ser más como él, que él nos siga transformando a cada vez más hijos y cada vez menos desobedientes. Que nos auxilie en momentos de enfermedad, falta de paz, falta de fe, angustia y confusión sobre qué hacer, a dónde ir y qué decir.

Háganlo, amados hermanos y verán cómo su vida cambiará. Instituir un tiempo familiar antes de salir de casa les ayudará a seguir velando y orando, para de esta manera seamos hallados trabajando en la obra de fe, testimonio o evangelizadora cuando él venga.

El amor, la paz y gracia del Señor Jesús sea en ustedes amados, amén.



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