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Editorial 406 - Nuestra fortaleza es Cristo

Amados: que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amén.

He de confesar que desde que caímos a los pies de nuestro Señor Jesucristo hace poco más de 30 años hemos tenido muchas experiencias de todo tipo: de gozo, prueba y fortaleza, las cuales todas nos han servido para confiar más en el todopoderoso Hijo de Dios. Persecución, pruebas de fe, enfermedades, estrechez económica, batallas espirituales, etcétera son necesarias para nuestra formación y crecimiento, pues solo así aspiramos a alcanzar la estatura del varón perfecto.

Hemos sido puestos a prueba con esta enfermedad global, donde ya en estos días estamos en franca recuperación y lo que puedo decir es que una vez más nuestro Señor ha vencido a nuestro favor y nos ha salvaguardado sobre lo que acontece en este mundo.

Nuestra fe se fortalece porque es pulida con fuego, porque es acrisolada con la esperanza y porque es amalgamada con el amor de Dios. Este proceso no ha sido sencillo en lo absoluto y todavía algunos miembros de este blog estuvimos en la lucha, más confianza plena tenemos de que esto fue asignatura más por aprobar.

Sin embargo, para uno de nuestros colaboradores significó su graduación, lo cual implicó el cumplimiento de la eternidad en su caso y en nosotros, demostrar la fe, el amor y la confianza en el Padre. El impacto en la carne ciertamente fue tristeza, pero en el Espíritu es ciertamente un gozo cumplido, pues nuestro amado hermano ahora goza de la presencia del Señor en el paraíso.

En cuanto al cuerpo editorial, nuestra fortaleza es Cristo porque creemos totalmente en él. A través de los años hemos aprendido a leer la escritura en orden, hemos aprendido a ser dóciles cuando el Espíritu Santo se comunica con nosotros en nuestro interior y también, hemos aprendido a confiar cada vez menos en el hombre.

El Padre desde los cielos ha tenido a bien que comprendamos esta situación para poder hablar más exactamente sobre cómo sobrellevarla y tengamos el mensaje preciso de que Él cuida que no caiga ni un cabello de nosotros por amor a Cristo que se forja en nosotros. Por eso no tenemos miedo, por eso seguimos en el aprendizaje de no dudar y a resistir valerosamente para que Jesucristo nos defienda y nos salve, como siempre lo ha hecho.

Así que, amados hermanos, tengan fe. No desesperen ni pongan su confianza en el hombre. Aprendan a esperar en la salvación de nuestro Señor: la paciencia y la esperanza no son teóricas, sino práctica. La fe debe mostrarse y demostrarse y los versículos deben ser no solamente recitados y memorizados, sino confesados y grabados en el corazón.

Si no es a través de las pruebas ¿entonces cómo?

Que el amor, la esperanza y la gracia del Señor Jesucristo estén en ustedes amados lectores, amén.

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