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Editorial 405 - El pecado es necesario para no ser condenados. Parte 2

Amados lectores: que la gracia, el entendimiento y la paz del Señor Jesús sobreabunde en su mente, espíritu y corazón, preciosos hijos espirituales de Dios, amén.

En el editorial anterior (404) debió leer cómo es que muchos hermanos yerran al interpretar ciertos pasajes y dan asunciones peligrosas para la buena conciencia de muchos. No podemos asumir la tarea de intérpretes del evangelio a la ligera sin antes consultar con el propio Espíritu Santo dentro de nosotros mediante la sabia meditación; luego ante hermanos probos de tener un Espíritu fuerte y de buen testimonio ante Dios y los hombres y finalmente ante maestros en la congregación.

Dejé planteado el asunto sobre el origen del pecado y ahora continúo en este tema y sobre la condenación, les recomiendo se tomen su tiempo para meditar en el Señor, pues en estos dos números se atacan frontalmente doctrinas extrañas arraigadas en el pensamiento de muchos creyentes. Sin más, comienzo.

Leamos lo que dice Génesis 2:9:

9 Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.

Con lo cual, Adán y Eva, al comer ese árbol, se hicieron acreedores del conocimiento del pecado, pues el poder de discernimiento y el libre albedrío es un arma de doble filo la cual el enemigo hace que el humano siempre se decante por el mal, pues el bien es lo que a Dios le agrada y el mal lo que a Él no le complace. De manera que, Dios está más que consciente de nuestra situación primaria nada más al nacer. Por eso concede el don de la muerte, para ser librados de ese yugo tan pesado que se carga día a día por el género humano.

También leamos lo que está escrito en: Juan 3:16-18:

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

17 Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Lo cual establece que Jesucristo nos libra de la condenación, un estado espiritual superior y aparte del concepto de pecado. Es decir, el pecado es un estado físico y espiritual transitorio y la condenación es un estado espiritual eterno. NO SON SINÓNIMOS. El primer estado no necesariamente lleva al segundo, sino que el segundo es consecuencia directa de ser rebeldes al mandamiento de Dios para esta época, el cual está especificado en Mateo 17:5: Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd. Porque, desobedeciendo este único mandamiento se da pie a lo que continúa en Juan 3:18-21:

18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

21 Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.

De manera que, amados, lo que está escrito es que lo que condena al mundo realmente es el no oír ni creer en la palabra de vida del Hijo de Dios: esa cerrazón y desobediencia es lo que condena, no el hecho simplemente de cometer pecados, porque también está escrito en Romanos 11: 29-32:

29 Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

30 Pues como vosotros también en otro tiempo erais desobedientes a Dios, pero ahora habéis alcanzado misericordia por la desobediencia de ellos,

31 así también estos ahora han sido desobedientes, para que por la misericordia concedida a vosotros, ellos también alcancen misericordia.

32 Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

¿O sea, que Dios previó esto y concedió la existencia del pecado para ser librados luego por Jesucristo? ¡Sí! Nuestro Poderoso Dios y Padre concedió que fuéramos nacidos en esta naturaleza TRANSITORIA para poder acceder a ser limpiados por la gracia y sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Por esto el apóstol Pablo, gozoso y lleno de esperanza y júbilo escribió a los mismos hermanos romanos más adelante lo siguiente, cito los versículos 33 al 36:

33 ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!

34 Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?

35 ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?

36 Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén

Complementariamente, a manera de visión que exhibió en primera instancia el pensamiento religioso de Pedro, el Espíritu la escribió por medio de Lucas esta lección de vida espiritual para todos nosotros también, pues como niños debemos ser instruidos en el siguiente pasaje de Hechos 10:9-16:

9 Al día siguiente, mientras ellos iban por el camino y se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea para orar, cerca de la hora sexta.

10 Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis;

11 y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra;

12 en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo.

13 Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come.

14 Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás.

15 Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.

16 Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo.

Y el mismo apóstol testifica más adelante, habiendo recibido con mansedumbre la instrucción disciplinaria pero liberadora de un dogma arcaico y nefasto para la salud espiritual en Hechos 11:4-18:

4 Entonces comenzó Pedro a contarles por orden lo sucedido, diciendo:

5 Estaba yo en la ciudad de Jope orando, y vi en éxtasis una visión; algo semejante a un gran lienzo que descendía, que por las cuatro puntas era bajado del cielo y venía hasta mí.

6 Cuando fijé en él los ojos, consideré y vi cuadrúpedos terrestres, y fieras, y reptiles, y aves del cielo.

7 Y oí una voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come.

8 Y dije: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda entró jamás en mi boca.

9 Entonces la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.

10 Y esto se hizo tres veces, y volvió todo a ser llevado arriba al cielo.

11 Y he aquí, luego llegaron tres hombres a la casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesarea.

12 Y el Espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis hermanos, y entramos en casa de un varón,

13 quien nos contó cómo había visto en su casa un ángel, que se puso en pie y le dijo: Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro;

14 él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa.

15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.

16 Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. 17 Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? 18 Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!

En consecuencia, Romanos 3:3-9 aclara que esto es plan de Dios y es Su modo de hallar misericordia para quienes creemos fielmente en Él a través del Señor Jesús

3¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? 4 De ninguna manera; antes bien sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso; como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando fueres juzgado. 5 Y si nuestra injusticia hace resaltar la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios que da castigo? (Hablo como hombre.) 6 En ninguna manera; de otro modo, ¿cómo juzgaría Dios al mundo? 7 Pero si por mi mentira la verdad de Dios abundó para su gloria, ¿por qué aún soy juzgado como pecador? 8 ¿Y por qué no decir (como se nos calumnia, y como algunos, cuya condenación es justa, afirman que nosotros decimos): Hagamos males para que vengan bienes? 9 ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.

Y por si todavía no queda claro el punto, agrego lo que está escrito en Gálatas 2:17: Y si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? En ninguna manera.

En consecuencia y conclusión, el pecado está para manifestar la gloria y poder salvador de Dios a través de nuestro Salvador y Señor Jesucristo, quién derramó y murió por nosotros; de otra manera ¿para qué murió? Y si murió en balde porque muchos dicen que si cometes pecados te vas al infierno ¿para qué creer, si al segundo cometes un pecado y ya por eso te vas al infierno?

¡NO, NO Y NO! El que cometas pecados, hermano creyente, significa que tu fe es imperfecta porque pones las cosas abajo y no en las de arriba. Si te preocupas por no cometer pecados, niegas la fe y el poder limpiador de la sangre del Señor Jesucristo. Si Dios te limpió ¿por qué dices que eres inmundo? El estado de seguir cometiendo pecados aún después de creer en Jesucristo es porque es parte de tu jornada espiritual en esta vida: renunciarte y dejar de hacer lo que haces para que otros vean (testimonio y las obras del Espíritu) y se convenzan que todos son aceptos para la gracia salvadora de nuestro Dios, como ya se leyó.

La condenación es:

a) para quienes mueren sin haber creído en Jesucristo como el Hijo de Dios;

b) para quienes aún en vida niegan a Jesucristo y son enemigos de Dios tratando de estorbar la obra evangelística por decisión propia

c) para quienes apostatan sin haber sido nunca elegidos por Dios, sino infiltrados hijos de maldad.

¿Dónde está el pecado? El pecado es irrelevante para Dios si en verdad crees, porque conforme avances en el Camino, eres obediente y te guardes en santidad viviendo por el Espíritu Santo, porque de nueva cuenta, es un estado transitorio que se termina con la muerte -lo digo por aquellos que tergiversan dolosamente o por ignorancia- el versículo que dice: “porque la paga del pecado es muerte” olvidando añadir “mas la dádiva de Dios es vida eterna”.

Debido a esto, al engaño cruel de los religiosos es lo que dijo Jesús no al hombre, sino a toda persona quien, en uso de sus facultades mentales, instiga contra la congregación predicando un evangelio de condenación y no el que limpia y lava los pecados.

Así que, de ahora en adelante, no lleve conteo de las veces que cae en debilidad, tampoco esté fiscalizando exactamente cuántos pecados lleva y cómo los comete, sino que deje que el Espíritu Santo le redarguya a su tiempo, usted entienda y obedezca en fe, se dedique a leer el nuevo pacto, guardando toda palabra dicha por el Señor Jesús para su enseñanza, edificación y crecimiento y luego verá cómo el Padre se magnifica en usted.

Ninguno de los que creemos en la verdadera fe, puesta solamente en el Señor Jesucristo tenemos riesgo de condenarnos. Y por esto inicié con mi propia experiencia personal, porque el Espíritu Santo dentro de mí me conoce tan bien que me da palabras de aliento, fortaleza, disciplina, amor y confianza para no desmayar en el camino. Así de ese grado es mi fe, la cual quisiera en el Señor que ustedes lo imiten para su propio gozo, amados hermanos.

Como también está escrito que si el justo cae siete veces, siete veces será levantado es que nuestra lucha contra la carne es no ser de nuevo esclavos en el pecado, lo cual no nos condena, solamente debilita a quien se deja engañar de nuevo y lo peor que le puede pasar es que el mismo Padre le retire el espíritu de vida, sacándolo de este mundo a causa de su debilidad humana antes de que se pierda, siendo ciertamente salvo, pero no sabemos qué tipo de estatura espiritual hay tenido y con eso recibir o no su galardón.

Y tú, que predicas condenación a otros ¿quién eres para juzgar a otros con ligereza de palabras? ¿Quién te puso como juez para decir quién se va al infierno y quién no? ¿Cómo sabes el destino de las almas basado solamente en las obras de la carne? ¿No es en todo caso el Espíritu quien revela eso y -en todo caso- llama a creer y no a condenar?

Tú que dices que el pecado es importante para Dios ¿ya te viste en el espejo que señalas los errores ajenos? ¿Tienes seguridad que tu testimonio es impoluto? ¿Acaso tus palabras de sentencia imprudente son más que la sangre del Señor Jesucristo? ¿No es el mismo Señor tuyo, si es que lo es, del hermano en debilidad? ¿Tienes la potestad de elegir por Dios sobre cuáles pecados Él puede quitar por fe en Su Hijo?

Y sí, también tú que te guías por las obras ¿no hay suficiente evidencia en el nuevo pacto de que todos aspiramos a ser perfectos para Dios y no para ti? ¿Tus obras son en la fe o en tu sensual forma de tergiversar lo escrito por varones de Dios inspirados por el Espíritu Santo? ¿Qué espíritu te incita a señalar y exhibir? ¿Te gustaría que otros te pongan en medio y saquen lista de lo que piensas, dices y haces para comprobar que, en efecto, en ti no hay pecado? En eso que criticas no pecas, pero ¿qué tal en otros asuntos que sí lo haces?

Para amonestar de pecado es otro asunto que en otro tema trataré. Lo importante ahora es que hermanos, destruyan esos dogmas que los someten como esclavos antes seres de engaño o ante sus mismas cárceles éticas o moralistas que nuestro Señor Jesús ya nos liberó.

Recuerden que él es la vida, solo es a través de él que la obtenemos y no por seguir y creer en mandamientos de hombres perversos. Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa.

Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados creyentes, y que aprendan, sepan y quieran vivir la vida espiritual de libertad en Cristo Jesús, Señor nuestro y no en corrientes filosóficas y opresoras del alma, amén.

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