Editorial 403 - No podemos ser comparsas del mundo

Amados de Dios, hermanos y madres del Señor Jesucristo: paz sea a ustedes, en su espíritu, amén.

En estas fechas, como en general cada nación, lengua y territorio tiene sus fiestas y celebraciones de todo tipo. Unas solamente conocidas en el entorno local y otras que sobrepasan fronteras. Todas las celebraciones (como ya hemos escrito en no pocos editoriales) tienen un origen específico en la historia y, aunque el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu Santo escribió que todo nos es lícito porque el Señor Jesús nos liberó de toda opresión moral y religiosa, también escribió que no todo nos conviene, porque son actividades quita-tiempo y distractoras de seguirlo a él.

El motivo y ánimo que en el Espíritu tengo para amonestar a los hermanos y creyentes en el amor en esta ocasión radica en que debemos ser juiciosos y, conforme avancemos en este precioso camino hacia la vida eterna que es guardar el testimonio de Jesucristo, negarnos a ser copartícipes de ciertas actividades lúdicas y de entretención, no porque sean malas, sino porque estas festividades no dan la honra y gloria a nuestro Dios ni a nuestro Señor Jesucristo y por tanto, no son dignas de guardarse.

Solo hay algunas excepciones donde el Espíritu terminantemente prohíbe:

1. Comer y participar de lo sacrificado a los ídolos

2. Comer de ahogado

3. Comer de sangre

4. Practicar o convenir en actos de idolatría expresa o sutil.

De manera que cada quien, en su sano juicio y limpia conciencia meditará y juzgará qué es lo bueno y justo delante del Señor en esto.

Lo comento porque recientemente un creyente escribía como mundano dando mensajes como para congraciarse con los inconversos y en privado fue reconvenido duramente, porque no tenía conciencia de lo que hacía.

Amados, los tiempos finales están cerca y les pregunto ¿consideran correcto dejar los asuntos del Señor a un lado para ir corriendo a celebrar cuestiones paganas, como las de la última semana del último mes del año? ¿No nos pide el Señor procuremos ser santos? A los pequeños se les tolera por cuanto son pequeños, pero ¿aquellos hermanos con más de 10 años en el evangelio, es justo sean todavía niños en su modo de pensar?

Vemos en todas las redes sociales en las que tenemos cuenta para dar testimonio escrito de nuestro Señor Jesucristo cómo muchas iglesias son seducidas para participar en cuanta celebración pagana se les ocurra hacer acto de presencia. En lugar de guardar una íntima comunión con nuestro Salvador, abren las puertas de par en par a los lobos, apóstatas y malos obreros y cuando el incendio de la contienda se genera todavía dicen: “¿Cómo es posible que esto pasó?”.

No podemos ser comparsas del mundo, porque no es que nos condene, sino que nos mancha, nos tizna y nos hace ver sucios delante del Señor y Padre nuestro. ¿Cómo estar presentes en la comunión del Señor si muchos meten el cieno de doctrinas extrañas a las congregaciones, perfuman con los olores del pecado malolientes y se revuelcan en la basura de la rebeldía, la ignorancia y la leuda?

“Sed santos como yo soy santo” significa que, así como Dios NADA NECESITA DEL MUNDO para manifestar que es el Yo Soy, así tampoco nosotros nada necesitamos del mundo para decir que somos hijos espirituales de Dios, por la gracia salvadora de nuestro Señor Jesucristo y el Señor Jesús tampoco nada le pide al mundo, sino que crea en él.

Seamos pues celosos en la medida de lo posible. Disfrutemos de la libertad del Espíritu, pero cuando éste llame a renunciar a algo, amados hermanos, obedezcan, porque es el tiempo suyo de crecer para nuestro Padre y sean útiles luego en los ministerios de Jesucristo, amén.

Paz y gracia, amor y sabiduría de Cristo sean dados a ustedes en demasía, amén.