top of page

Editorial 400 - Carta a los hermanos lectores del blog.

  • Foto del escritor: Cuerpo Editorial
    Cuerpo Editorial
  • 5 dic 2021
  • 7 Min. de lectura

El hermano en Cristo que escribe, en un mismo sentir con los hermanos miembros de este cuerpo editorial “La sana doctrina del Señor Jesucristo a la luz”, siervos todos de aquel quien dio su vida por nosotros por amor total y único y del Padre quien habita en los cielos y en nuestro corazón, a los santos, dispersos, llamados a ser hijos de Dios por creer en el nombre que es sobre todo nombre, esto es: Señor Jesucristo: Paz, gracia y salud sea en todos ustedes, desde donde nos lean, en su espíritu, amén.

Amados creyentes, doy gracias a Dios de los imposibles, al único y sabio Dios porque ha permitido esté en el presente ministerio informado a todos ustedes de todo lo que el Espíritu Santo nos ha dado desde hace 34 años y contando, en cuanto a la sana doctrina y conocimiento que se cumple mediante una fe activa, poderosa, creciente en nuestro amado Señor Jesucristo.

Desde que fuimos llamados al camino del Señor estuvimos apartados para él, según el mundo como escoria sin valor, pero para nuestro Creador piedras preciosas dignas de ser pulidas por Él, siendo nuestro Señor Jesucristo nuestro forjador y el Espíritu Santo nuestro tratamiento para ser perfeccionado.

Porque nada de lo que el hombre desprecie o de valor tiene importancia para nuestro Dios, antes bien, Él sabe quiénes somos los escogidos y quiénes son indignos. De manera que, por medio de esta carta, debemos tener sumo gozo y contentamiento de que, no importando nuestra situación actual en cuanto a salud, trabajo, riqueza, comodidad y libertad, tengamos plena confianza que nuestro Padre no nos desampara, ni nuestro amado Señor Jesús nos echa al saco del olvido.

Pero despiertos debemos estar, velando fortalecidos por el Espíritu, puesto que el enemigo no duerme y ni el mundo tampoco y nuestra fe, nuestra doctrina y nuestro amor deben ser por y para Cristo. Si creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios y que Dios le levantó de los muertos, estamos fundamentados sobre la roca y como lo escribieron nuestros hermanos inspirados por el Espíritu de lo que Jesús decretó con el poder de su palabra: nuestra casa permanecerá a pesar de las vicisitudes.

Amados, en estos 400 números no hemos hecho más que refrendar este fundamento de más de mil maneras, con los diferentes colaboradores a lo largo de la historia de este humilde trabajo para nuestro Señor porque a él y solo a él debemos la gracia de ser salvados, perdonados, limpiados y en espera de recibir tanto galardón como vida eterna, según nuestra fe, paciencia, amor, testimonio y poder. No esperamos nada de nadie en cuanto a honra terrenal se refiere, tan solo su amor en oración continua para que la fuente de inspiración no se seque y sigamos fluyendo por revelación del Espíritu Santo de forma gratuita y en gracia de dispensar amor así.

Amor por cuanto no escondemos los tesoros inescrutables de nuestro Señor Jesucristo hacia quienes sean movidos a leer estas letras.

Hermanos, debo pedirles en amorosa y afable exhortación a que no permitan ser judaizados, ni arrastrados a vientos de doctrina ecuménica porque estos vientos desvían hacia el error, como hemos visto muchos hermanos han caído en redes viscosas de fábulas interminables, discusiones estériles, análisis sin sentido del pasado cuando nuestro presente y futuro es Cristo Jesús viviendo en nosotros.

Preciosas ovejas de nuestro amado Señor Jesucristo: a vosotras escribo, sabéis que está escrito que estáis selladas para solamente oigáis la voz del Buen Pastor quien ya dio su vida por vosotras; permaneced así, sordas para los salteadores y embusteros pero fieles a quien os pastorea y llevarlas al redil del Padre. No seáis ingenuas, porque pagaréis un precio alto si lo hacéis. Sed bien, celosas de su única misión: id tras los pasos de aquél quien con su sangre juró salvarlas de todo mal presente y futuro. A este seguid, porque otros las despedazarán sin piedad. No comáis hierba silvestre a los lados del camino, porque haría que vuestro paso se haga lento y os adormecerá, dejándolas rezagadas cada vez más. Tampoco miréis y bebáis fuente de agua extraña, porque ciertamente es mosto venenoso que os llenará de confusión que embriaga e hinchará vuestro vientre de leuda que os hará perezosas y no querréis caminar más. Sino tened fe, esperad y seguid al hijo de Dios quien va delante de ustedes. Él les dará su alimento y agua necesarios a su tiempo y no tendréis jamás necesidad de cosa alguna.

A vosotros hablo, piedras vivas de Dios: ¡Fulgurad en amor, esperanza y fe! ¡Brillad con testimonio para el Altísimo: el Padre quien os dotó de vida por medio de Su Hijo! Sed fuertes y no permitáis seáis diluidas por la lluvia ácida de la carnalidad y mundanalidad. No olvidéis vosotras que sois el templo del Dios Viviente. Cantad loas a nuestro Dios mediante obediencia a los mandamientos de Cristo. Haced frutos de Espíritu que sean sacrificio de alabanza y no dejéis que reglas de hombre fatuos, necios y contumaces os distraigan de su misión: honrad al Rey de Reyes y Señor de Señores.

Hermanos míos, si nos amáis y si me amáis como yo os amo, y nosotros os amamos por el Espíritu, seamos uno para con nuestro Padre y para con nuestro Señor Jesús. Hablemos una misma cosa y dejemos que el Espíritu Santo esté con nosotros y muestre qué hacer, a dónde ir y qué decir. Esto lo digo porque, a la verdad, nuestra existencia pareciera ser de años largos, pero para nuestro Señor es corto y no olvidéis que el vituperio es señal inequívoca que vamos por el camino de la luz, nuestro sabor es el de la paz y nuestro testimonio da olor fragante. No temáis si soy expuestos a tribulación, si enfrentáis tentaciones y si vuestra fe es probada, sino ante bien, levantad vuestros rostros y tened seguridad que nuestro Señor estará orgulloso de vosotros si bien padecéis por causa de la justicia y no como malhechores y es necesario que todo esto acontezca por un corto periodo de tiempo para que la profecía final: Apocalipsis, pueda ser manifestada como ya está escrito acontecerá.

Hijitos míos: os escribo en la veteranía madura de mi vida para exhortaros que el Hijo de Dios no tarda y no desmayéis como los débiles sin fe que esperan recompensas en esta vida perecedera, ¡ay de esas mentes débiles! Porque ponen su mira en las cosas de abajo y no en las de arriba, de cierto os digo que sufren por gusto propio y en su propia angustia tienen su placer. He ahí su recompensa, la cual no es por Dios, sino que les es dada por su misma concupiscencia. Pero vosotros, los apartados para Dios y amados míos, sabéis de esto perfectamente, por eso no escribo más y me remito a recordaros quién os salvó y os tiene con vida: la vida verdadera, de la cual vosotros sois pámpanos, que seréis el vino del cual nuestro amado Jesús, el Cordero Inmolado, juró volvería a beber. Tenéis que fortaleceros en su palabra, porque su palabra es verdad y vida en abundancia para quien cree. No dudéis y seréis ampliamente recompensados.

Creyentes en Dios por medio de Cristo: los tiempos se acercan. Los apóstatas, malos obreros, lobos y falsos pastores y profetas os acechan. No les deis entrada, posada o ayuda, ni siquiera agua. Alejaos de ellos porque ellos buscan almas para perderlas, no para llevarlas al Santo. Entended de una buena vez que mediante la lectura inspirada del nuevo pacto por el Espíritu Santo hallaréis todo lo necesario para vivir de victoria en victoria conforme al evangelio predicado por el Señor Jesucristo, nuestro Salvador y Maestro. No busquéis en otro lado. ¿Olvidáis que el higo nunca dará uvas y que la vid jamás os dará higos? No seáis rígidos en esta exhortación amados, porque vuestra salud y libertad se comprometen seriamente y nuestro amado Cristo Jesús no murió en balde por vosotros, o ¿acaso os libertó para que caigáis en nuevas prisiones religiosas? ¡De ninguna manera! Antes bien, os libertó para para sirváis al Padre en amor como hijos obedientes y no más como hijos de una esclava siendo mozos y sirvientas. Por tanto, amados hijos del Altísimo, juzgad estas mis palabras como de Dios y no de hombre, porque yo fenezco para que en mi muerte su vida sea exaltada, pues muera mi viejo yo, para que el espiritual resurja.

Así pues, bienaventurado el varón que oye, lee y se documenta en el Señor, creyendo con fe sincera, porque se guarda y es hallado en alta estima, conforme a lo escrito. Bendito de Dios sea todo aquel que oye y sirve a Jesucristo en palabra y dicho. ¡Honra a quien Dios no tiene por maldito ni advenedizo, porque este ya es de Cristo! ¡Larga vida a quien confiesa a Jesucristo el Hijo de Dios como Señor! ¡Eternidad a quien cree las palabras del Cordero y las guarda y pide por su regreso, sí amén!

Estimados lectores, hasta aquí estas palabras no mías sino lo que el Espíritu me muestra escribir. Pero a título personal puedo decirles que, mientras el Padre me de vida y crecimiento, mientras el Señor Jesucristo me otorga acceso a más revelaciones y mientras el Espíritu Santo me considere apto para este ministerio, habré de seguir escribiendo. Ruego al Padre en el nombre del Señor Jesús me provea de fortaleza y buen ánimo, que otra centena se escribirá sin más propósito informativo que exaltar el santo nombre de Su Hijo amado: Jesucristo.

Oren por nosotros y nosotros hacemos lo propio, oren por un hermano en Veracruz quien está en dolor y necesidad. Oren por los encarcelados por causa de la fe y visítenlos, hospeden a los hermanos probos y no se olviden de las viudas que en verdad lo son dentro de las iglesias. Apoyen a los huérfanos y súplanse unos a otros no solo en amor, sino en ofrendas, conforme a su capacidad. Los de México, les amamos con harto amor en Cristo.

La paz, el amor y la gracia del Señor Jesús sea en su espíritu y sobreabunde en su corazón, amén.

Comments


Si tiene alguna duda, sugerencia o comentario, no dude en ponerse en contacto con nosotros al siguiente correo: lasanadoctrina2014@gmail.com

 2024 Buenas Nuevas, Mty. Mx.

bottom of page