top of page
Foto del escritorCuerpo Editorial

Editorial 396 - Jesucristo como el Hijo de Dios. Parte 2.

Que la paz, amor y gracia del Señor Jesucristo esté con ustedes amados hermanos en su espíritu, amén.

En este segundo editorial vemos otro aspecto de lo que significa que nosotros entendamos y guardemos respeto, amor y fervor por el santo nombre del Señor. Sin más comienzo con mostrar el pasaje que se encuentra en Juan 1:3-4, que dice:

3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

4 En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Lo que refiere este texto, es que Dios tuvo a bien proveerse una creación que le adorase en sustitución del ministerio que dejó suelto el otrora Lucero, para constituirse en el enemigo eterno suyo por su soberbia y maldad. Y lo hizo para Jesucristo y por Jesucristo, pues él es el Hijo amado del Dios Vivo, nuestro Padre celestial.

Y, de hecho, con el correr de la dispensación de los tiempos, dejó todo para que Jesucristo sea la esencia misma de la vida, tanto aquí en esta realidad como en la eterna. En otras palabras, sin Jesucristo no hay vida. La promesa a la Humanidad es él. El acceso a la eternidad es solamente él.

Y tras la caída del hombre por causa del pecado a las tinieblas, Dios constituyó a Jesucristo como la luz de los hombres: esa antorcha espiritual que nunca se apaga y da el calor y ánimo al alma que el sol simplemente no puede dar. Así pues, nuestro Señor Jesucristo es nuestro Sol de Justicia y nuestra estrella resplandeciente de la mañana.

En consecuencia, si creemos en él como el Hijo de Dios, automáticamente dentro de nosotros fluye un torrente de vida y simultáneamente comenzaremos a brillar, porque esa luz es Jesucristo alumbrándonos para dar luz a los hombres y puedan acercarse al arrepentimiento y reconciliación con el Padre de una vez por todas.

Por esto mismo, amados hermanos, debemos siempre anunciar el santo nombre de nuestro Señor Jesús y su filiación con el Padre porque abre más la puerta a la salvación. Nosotros no podemos repetir el mal testimonio y quehacer de los antiguos fariseos (y ciertamente no lo haremos) quienes teniendo consigo las llaves de la gracia y obediencia para estar bien con Dios lo desecharon, cerrando todo acceso a Él y engañando a muchos a la religión que Dios terminó por echar fuera cuando envió a Su Hijo, nuestro amado Señor Jesús.

Y ahora en nosotros están otras llaves, las cuales son precisamente enseñar a todos que confiesen que Jesucristo es el Hijo de Dios con toda seguridad, en amor, fe y esperanza. Esta vida no puede ser retenida y esta luz no debe ser contenida amados hermanos. Si en nosotros cae esta misión de expandirla así lo hacemos por este medio y así ustedes hacer lo propio en su entorno. Solo así cumpliremos cabalmente con esta ordenanza del Padre: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo toda mi complacencia” y “A él oíd”.

No hay que ser duros de corazón y tardos para oír, porque toda riqueza, poder y testimonio descansan sobre este fundamento, amados hermanos.

Hasta aquí este segundo mensaje de cinco.

La paz, el amor y la gracia del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, en su espíritu, amén.

Comentarii


bottom of page