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Editorial 385 - ¿Se puede comprobar la no existencia de Dios?

Amados lectores, esperamos que la paz del Señor Jesucristo, su amor y su gracia esté en su espíritu rebosante, amén.

Estamos ciertos de que la premisa mayor bajo la cual el Señor Jesús vendrá por nosotros por segunda vez se basa en Lucas 18:8 que dice: Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?, dando a entender que él vendrá justo en el momento en que la Tierra deje de tener fe en él, invocando su nombre.

Por tanto, mientras ese día llegue, hoy tenemos el debate perdedor de tiempo de si Dios existe y la peligrosa afirmación de “Dios no existe” cuando es más fácil decir: “no creo en Dios”. O sea, que más honesto es confesar por parte de los extraviados que no creen en lo escrito, en las señales, en la fe o en las predicaciones y así, tanto Dios como los hombres diremos: “está bien: por su propia voluntad se aplica lo escrito en Juan 3:18-19: “18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. 19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Y tan es así la misericordia del Padre, que mientras no mueran en esta realidad, tienen todo el tiempo para desdecirse y creer. Por eso no podemos juzgar la vida de nadie, como la muerte tampoco, pues soberano es Dios que sólo sabe quién se salva y quién no de entre los que dicen que no creen.

Pero no, es tanta su estulticia que no confiesan eso, sino que algo peor dicen, tentándolo: “Dios no existe”, “no hay pruebas científicas que demuestren la existencia de un Dios Creador del universo visible, planetas, sistemas estelares y la naturaleza”. Es decir, dan una afirmación como ley y a la vez sentencia, basándose en los dichos de alguien más y así sucesivamente… Sin embargo, el que acusa y refuta debe mostrar las pruebas pertinentes para ello. No basta con decir: “Yo fulano de tal, no creo (digo, sostengo, afirmo) que Dios no existe” basado en escritos de alguien más, sino que más bien presente pruebas fehacientes de tal dicho: datos, estadísticas, resultados científicos que lo sostengan y tengan como resultado la base de tal afirmación.

Pero en lo que encuentran esos datos, meditemos en esto:

1 Juan 1:5: Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.

Sobre lo cual, en esta sola referencia, nos describe por el Espíritu Santo el apóstol que la esencia corporal de Dios es luz. O sea, de Él sale. Y Dios mismo se describe como el Creador de todo, incluyendo la luz cuando dijo el profeta en Isaías 45:5-7:

5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo te ceñiré, aunque tú no me conociste, 6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo, 7 que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la paz y creo la adversidad. Yo Jehová soy el que hago todo esto.

Por tanto, no solo la naturaleza sino también el aspecto social y mental del hombre. Él creó todo, ¿Y hay gente que dice que no existe? Y además, es una manifestación que puede verse en lo físico:

1ª Pedro 2:9: Mas vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; de manera que es perceptible esta luz que se menciona.

“Pero en esta referencia no se habla de la luz (las partículas cuánticas), sino es claramente una referencia en sentido figurado que nada tiene que ver con la luz”, muchos podrán decir. Antes de dar respuesta a esto presento Salmos 118:27-29:

27 Jehová es Dios, y nos ha dado luz; Atad víctimas con cuerdas a los cuernos del altar.

28 Mi Dios eres tú, y te alabaré; Dios mío, te exaltaré.

29 Alabad a Jehová, porque él es bueno; Porque para siempre es su misericordia.

En clara referencia a otra luz, la que nos salva, es decir, el Señor Jesucristo, del cual se dice en Juan 8:12 Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Otra vez con Jesús, ya quiere evangelizar”. No, sino solamente declarar la verdad. Si el Dios que habla en Isaías es el mismo que envía a su Emisario conforme a los Salmos, para que diga que es la luz con la cual se llega a lo escrito en Pedro y se tiene la conclusión en 1ª Juan ¿Qué más prueba quieren que Dios existe y es la luz?

Pero te fundamentas en la biblia, escrita por hombres” Pues si a estos hombres no crees (quienes fueron inspirados por el Espíritu Santo de Dios, no fueron teorías propias de hombres) ¿le crees más a los que teorizan, imaginan, piensan, hablan con palabras tales como: “quizá, se cree, está una teoría, según Fulano de la Universidad”, “no es concluyente”?

Hablemos pues, de la luz. La luz es un conjunto de partículas subatómicas llamadas cuantos, las cuales, según los cálculos ya hechos por científicos, se tiene un estimado de 299,792.458 km/s. Pues de acuerdo con las leyes de la física clásica la luz existe (porque es perceptible) y según la física cuántica no tiene masa y es inalcanzable (lo cual, la ausencia de masa no obsta su existencia).

Además, para poder entender la luz habría que seguirla, lo cual es imposible, porque ningún objeto en esta realidad tiene tal virtud o prerrogativa. En todo caso, para hallar a Dios en los términos físicos que Él mismo estableció no hay modo, por más que la mente necia de los que se dicen científicos y que, además, en su soberbia, concluyen sin pruebas que Dios no existe.

Se habla de doblar el espacio tiempo para ahorrar la energía casi infinita (la energía contenida en una masa como la del planeta Júpiter) que se requiere para alcanzar tales velocidades, incluso superiores a las de la luz (“estiman” que diez veces más), cuando lo único que tienen que doblar es la rodilla pidiendo sabiduría a Dios.

Los fotones viajan a la velocidad de la luz porque carecen de masa y la masa se desintegra cuando se alcanza apenas el 10% de tal velocidad por la fricción contra simples átomos de hidrógeno con los cuales se toparían en el supuesto viaje. Por tanto, el Dios físico que ellos quieren ver está superando ese límite. Mientras tanto, viendo y percibiendo la luz física son ciegos y están muertos porque ahora todo este conocimiento está en Jesucristo. La luz de todo conocimiento es Jesucristo, tanto en doctrina como en la verdadera ciencia espiritual.

Y por eso él vendrá, porque al final, el diablo y la falsa ciencia terminarán por cauterizar la conciencia de estos malos y engañados, ensoberbecidos y rebeldes seres que con sus fórmulas, teorías que nunca serán leyes y tecnologías incompletas seguirán sosteniendo sin pruebas “Dios no existe” y el mismo Jesús a quien ellos desprecian, vendrá en si figura imponente como Rey y Señor de la Tierra, como así le plació a quien creó la luz, Dios.

La paz, gracia y conocimiento en el Señor Jesucristo les sea otorgado lectores nuestros, amén.

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