Amados hermanos: la paz, el amor, la sabiduría del Señor Jesucristo está en todos vosotros, en vuestro espíritu, amén.
En el anterior tema se especificó qué es la teología y cómo es causante de perdición y muerte espiritual para cualquiera que siga ese camino funesto.
Se habló también de la inutilidad de esta herramienta lógica para poder hablar de Dios como si de materia física o comprensible en términos terrenales se pudiese.
Además, cómo Jesucristo es quien abre la oportunidad única en la vida de conocer a nuestro Dios como Padre de muchos.
Hoy se concluye este tema, explicando por revelación dada por la Deidad quien habita en los cielos por su Espíritu, sobre cómo el Espíritu Santo es quien realiza la función informativa, científica y descubridora sobre los misterios de Dios acerca de Sí mismo, su vida, voluntad y acciones.
El Espíritu Santo forma parte de la Deidad.
Escrito está que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son tres, pero Dios es uno.
Tras esta verdad ya comienzan a extenderse los brazos de la mentira, discordancia, tergiversación y maniqueo de las corrientes citadas. Pero no es función ahora explicaros este tópico, pues ya hay otros números dentro de este blog y, por encima de toda la revelación por el Espíritu.
¿Entonces el Espíritu se define a sí mismo y a Dios? En efecto.
¿Por qué solamente por el Espíritu se conoce a Dios como afirmáis y no por la teología? Porque sale de Dios, es parte de la esencia de Dios. ¿Quién conoce mejor a uno mismo que uno mismo? Así también Dios, por medio de Su Espíritu, se da a conocer a quien le busque a Él, no al falso conocimiento de él.
Los teólogos caen víctimas del canto de la falsa diosa Sofía (sabiduría humana) quien los lleva extasiados a perderse por salirse del camino, pero vosotros debéis tener oídos sordos para esa falsa musa y ser siempre de oído dócil a nuestro Maestro Jesucristo, quien por el Espíritu dejó dicha la Verdad de Dios.
El Espíritu Santo es Dios dentro del hombre, por tanto, para poder entender cómo funcionan las características de Dios para nosotros deben ser halladas desde adentro hacia afuera y no desde afuera hacia adentro como la teología postula.
¿Qué significa esto? Que la revelación de Dios es introspectiva, interna, personal y gradual. Es dinámica, activa y poderosa. Así como en cualquier institución educativa se enseña dentro de sus aulas y no afuera, así mismo el Espíritu Santo enseña a su hospedador (el creyente).
Sin embargo, los teólogos creen que Dios está afuera como si fueran de safari a la aventura de nuevas tierras de conquista, elemento raro por descubrir, artilugio mágico para hallar la trascendencia dimensional o un ficcionario escenario de poder interestelar, que llega al reino espiritual. Sostienen que Dios está en algún punto en el infinito. En verdad, Dios está afuera de ellos y nunca lo alcanzarán o encontrarán porque Él es espíritu y ellos carne perecedera.
Por tanto, desde el interior de nuestra recámara, en la intimidad personal que cada quien desee tener con Dios es cómo se revela. El Espíritu Santo como sabedor de nuestra condición real, se encarga a través del tiempo de restaurar nuestra estancia para convertirnos en el templo donde se le adora a Dios. En pocas palabras Dios está en el punto cero de la acción, dentro de nosotros los que creemos.
Nosotros somos el templo donde Dios habita y nuestra alma le adora. Es un proceso espiritual que el ojo humano no puede ver. No puede abrirse la cavidad torácica para validar el cómo adoramos a Dios y le amamos como Padre. No puede videograbarse o escucharse, porque este proceso es espiritual y está condicionado a tal entorno, pero sí puede sentirse y vivirse.
El Espíritu Santo con el tiempo decora nuestro interior con libros, tomos y enseñanzas cual biblioteca. Esta es la sabiduría de Dios, la cual no puede ser robada, pero sí compartida. Es la que el Espíritu nos trae gratuitamente desde el Trono Altísimo Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo y nuestro Padre también.
Pero los teólogos buscan otras maneras externas de cómo construir su razón de Dios. Le pintan, le maquillan, le dibujan y le describen como si lo vieran… ¿Cómo un ciego puede ver? Y más ellos, que por ser los primeros en su exclusiva se arrancan los ojos, se tapan los oídos y se cercenan el cerebro para no ver, no oír y no entender cuál es la voluntad de Dios.
Quieren ellos, muy en su conciencia, ocupar el lugar reservado solo para Jesucristo.
Quieren ellos ser los guías como si pudiesen desplazar al Espíritu Santo.
Quieren definir a Dios como si fueran Él.
Concluyendo, amados de Dios y de Cristo: no les oigáis, no les compréis su mercadería, no les recibáis como a hermanos, no les creáis y no sigáis sus pasos.
Retened la palabra como soldados defensores de la Verdad. Esperad que el Espíritu Santo os revele. Estos contumaces solo buscan su vanagloria y vosotros no seréis adoradores de dioses falsos, sino del Único Sabio Dios; vosotros no seréis discípulos de muchos falsos maestros, sino del Maestro Jesucristo, Hijo de Dios; y no seréis guiados por los espíritus engañadores que ellos poseen, sino por el Espíritu Santo dado a vosotros y no a ellos.
Hijitos de la fe, los tiempos son cada vez más duros y nuestra postura no puede ser débil, sino firme. Resistid al diablo y él huirá de vosotros. Alejaos de esas fuentes de maldad, de esos lugares de falsa instrucción y de las redes que atrapan a las mentes débiles. Libertados somos por nuestro Señor Jesucristo. Creamos en eso firmemente y seremos salvos, estaremos bien camino a nuestra eternidad con Dios.
La paz, amor y gracia del Señor Jesucristo está en vosotros, amén.
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