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Editorial 378 - Clase de español básico con fines espirituales. (2)

Amados del Señor Jesucristo, que la paz, gracia y misericordia les sean multiplicadas en gran manera, amén. Desde México, en la ciudad de las montañas extendemos una amorosa acción de gracias al Padre porque permite que sigamos fundamentados en la Roca de Salvación, esto es, nuestro SEÑOR JESUCRISTO.

En tema previo donde se vio cómo es necesario ejercer correctamente el uso del lenguaje dado a nosotros (castellano) para al menos tener correcta la secuencia de palabras y por tanto, tener el hilo doctrinal correctamente captado mediante la lectura o escucha del mismo.

Ahora, amados hermanos, me es necesario externar otros tipos de errores tras los cuales muchas congregaciones leen y siendo que ya son los últimos tiempos no es correcto delante del Señor desperdiciar el tiempo todavía en rudimentos básicos cuando muchos hermanos se jactan en decir tener 20, 15, 30 años en el evangelio y sigan fallando en lo más simple. ¿Por qué? Esta desatención se traduce en almas que se pierden porque no les es llegado el mensaje a tiempo, o bien hermanos estériles en la fe, como plantas que no dan fruto porque no crecen. “¡Pero Dios es quien salva!” alguien podrá espetar, lo cual es correcto; sin embargo, si en ocasiones el mensaje dado está adulterado la salvación no es tan eficaz y eso es responsabilidad nuestra, no del Señor.

Muchos hermanos nacen creyendo que Jesús sigue siendo hombre, que la salvación se pierde, que sigue estando en el crucifijo, que Jesús, Dios y el Espíritu Santo son personas y así por el estilo, lo cual son dogmas falsos.

Así pues, es necesario exhibir estos errores no como para delatar hermanos, sino para que cada quien, conforme se sienta aludido, medite y considere qué es lo bueno delante del Señor en este asunto, pues una vez leído este texto no se puede acusar más ignorancia o falta de información, incurriendo en un pecado por omisión voluntaria si no se decide corregir el mal hábito de lectura, interpretación y explicación a otros.

Comienzo, pues en el nombre del Señor Jesucristo a redactar la amonestación de amor:

1.- Despropósito de la lectura

Muchos hermanos o quienes se dicen ser hermanos no leen la escritura. Esto es un muy grave problema porque tanto la salvación como la edificación son actos individuales en la comunión con el Padre. Esta tarea es irrenunciable, y quien aún así renuncia a ella corre el riesgo de no crecer y quedar en estado infantil, siendo víctima preferida de los apóstatas, la carne, el diablo y los falsos maestros. Peor caso es cuando con tristeza he oído a muchos hermanos que dicen: “lo que mi Pastor diga” siendo ovejas no de Jesucristo sino de hombres. También muchos que no saben la existencia de los testamentos, su negativa a leer la biblia y quienes ni siquiera tienen un mínimo de vocabulario espiritual. Se excluye por obviedad a quienes por causas específicas no saben leer o no pueden leer y requieren ser apoyados; no así con quienes sabiendo leer y teniendo tiempo y conciencia no tienen la voluntad de hacerlo. La recomendación en el amor del Señor Jesucristo es esta: la fe viene por el oír, pero el conocimiento viene por la lectura correcta del nuevo pacto.

2.- Baja concentración lectora

Cuando se lee el nuevo testamento, se lee en horas, lugares y momentos inadecuados. Es menester dar respeto a nuestro amado Hijo de Dios, Señor nuestro y dejar que el Espíritu Santo nos instruya en tiempo, forma, cantidad y calidad con una lectura total y completa. Dar a César lo que es de César y a Dios lo que es de Dios es precisamente darnos tiempo de leer sin estorbos ni afanes. Encomendar cada acto de lectura en el nombre del Señor Jesucristo garantiza que el Espíritu Santo nos revele muchos misterios ahí guardados y que serán de gozo y alimento espiritual con el fin próximo de crecer y aspirar a una adultez espiritual. No puede darse una holgazanería espiritual de no leer, por el contrario: atender la edificación que por privilegio, derecho y Voluntad expresa del Señor nos toca realizar.

3.-Lectura mecánica veloz

El Nuevo Testamento es por definición un documento técnico, que requiere un nivel preciso de conocimiento del idioma, pero principalmente de cierta estatura espiritual. Hay que saber dar el tiempo de lectura a los diferentes pasajes, pues no todos presentan el mismo grado de meditación y profundidad. No es correcto delante de Dios dar ojeos y dar por sentado que ya se comprendió algún texto o pasaje. La lectura es tranquila, sin prontitud o ansiedad, sino en paz. Nada de lo que uno espera lo mejor en esta Tierra se hace con prisas, ¿verdad? Así tampoco las lecturas al segundo son provechosas. Eso se da en ciertos hermanos “predicadores” quienes por afán de ser escuchados y dar mensajes favorables a las audiencias recitan los versículos favoritos y leen los pasajes amables de manera expedita para dar lugar a un sentimiento grupal de éxtasis mediático, en lugar de mostrar un ambiente de paz y meditación propios del Espíritu Santo. Es común entre muchos hermanos citar textos y no poder descifrarlos como conviene, pues no leen pausado, leen repetitivo y no acusan concentración sino pasión. Por ejemplo: errores de tiempo de la acción, errores para detectar al remitente o destinatario del mensaje, falta de sapiencia para interpretar cuando un texto es literal y otro es una figura retórica, cuando no se tiene fundamentada una afirmación, etcétera.

4.- Silabeo

Es un vicio de lectura debido a que el texto escritural no es evidente, por la cantidad considerable de signos de puntuación, espacios y formas discursivas, por no mencionar cierta terminología. Entonces, ya sea que se lea en voz queda, voz interior o voz alta, el cerebro continuamente hace pausas porque lee de a pocas frases por minuto con lo cual resulta tediosa, cansada y complicada la lectura. En este caso, para evitar otros vicios de lectura descritos y por describir, recomendamos por amor del Señor Jesucristo rogar por inspiración de comprensión con la sabiduría de lo Alto con la porción del Espíritu Santo, tener un diccionario a la mano, leer varias veces el mismo texto en modo de exploración para captar las palabras, signos y formas discursivas, así como objetos directos, indirectos, sujetos, predicados y espacio-tiempo del mismo, para finalmente hacer la lectura comprensiva.

5.- Cambios de líneas

Como consecuencia de una clara falta de disciplina lectora, algunos hermanos se brincan líneas de texto o bien las cruzan al momento de leer textos, en parte por un afán de terminar de leer y en parte porque pueda ser el mensaje fuerte contenido en lo que se lee. En el amor de Jesucristo es recomendable ser lector dócil. La palabra es la verdad suprema de Dios dicha por el Señor Jesucristo y cuando nos toque ser amonestados, de buena gana y con sumo fervor aceptar el mensaje, pues entendamos que es para nuestro bien espiritual. Esta actitud debe corregirse porque se corre el riesgo de tergiversar versículos al enunciarlos o memorizarlos mal y por consecuencia, alguien coma una leuda.

6.- Adivinación

Cuando se asume una interpretación de un texto tras su lectura, pero que no se otorga una segunda o tercera lectura para asegurar una verificación de ideas y comprensión sea la apegada a la verdad, así como alinearse al primer pensamiento. En otras palabras, no se lee por completo una estructura gramatical y por ende en la conciencia se trata de adivinar qué se quiere decir o significar. Como ya se estableció, el Nuevo Testamento -en algunas revelaciones- no se redacta de manera evidente, puesto que se requiere de tiempo, estatura espiritual y meditación profunda con la mente de Cristo para llegar al fondo de tal asunto. No podemos asumir significados de palabras, contextos o frases sin antes validar que nuestro primer pensamiento sea congruente con la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo. Este es un error muy encontrado en los supuestos cantantes de alabanzas o teólogos quienes afirman y asumen sus posturas como verdaderas autonombrandose en algunos casos como inspirados.

7.- Denegación

Cuando leemos algún texto que resulta difícil interpretar (por ejemplo, la primera carta de Juan, ciertas predicaciones del Señor Jesucristo en los evangelios y Apocalipsis) al leer conceptos en la doctrina y no sepamos primeramente si lo leído es literal o lenguaje figurado se da la denegación, es decir, omitir tales elementos por no tener la capacidad en ese momento de dilucidar tal mensaje. Este error es propio de muchos falsos maestros quienes, en afán de sustentar sus mentiras cortan, ocultan o revuelven versículos para tal efecto. Sin embargo, por el poder que nos confiere el Espíritu Santo, es menester erradicar esta mala práctica lectora y exhibir, amonestar y si hay reincidencia echar fuera a estos generadores de infodemia espiritual.


Amados hermanos, los tiempos finales cada vez apelan a que el espíritu de Laodicea emerja y Filadelfia y otros espíritus de iglesia languidezcan. A la verdad, los tiempos de nuestro Padre son inamovibles y la venida del Señor Jesús es cada vez más cercana, pues la fe dejará de fluir, mas esto no es pretexto que quienes tengamos revelación en la medida que el Padre nos da no la promulguemos correctamente. La responsabilidad es echar las redes para que las almas sean pescadas, no dejarlas en la barca. La lealtad es echar las redes en la hora correcta para que estas almas sean pescadas. El amor es echar la red en la forma correcta para que las almas no tengan estorbo alguno de entrar a la salvación.

Acción, servicio y forma son elementos que debemos hacer para honrar el nombre de nuestro Señor Jesucristo cuando leamos, pues con la lectura se da edificación en estas tres características.

La paz, el amor y la gracia del Señor Jesucristo sean multiplicadas en ustedes amados hermanos, amén.

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