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Editorial 377 - El copista y sus errores de titulación

Hermanos de nuestro Señor Jesucristo y nuestros por esa gracia obtenida a causa de su sangre derramada en el monte fuera de la ciudad de Jerusalén: Paz, salud y amor les sean aumentados conforme a su fe, amén.

Como hemos dicho en innumerables situaciones, el texto bíblico en el cual nos basamos para dar nuestras exposiciones y revelaciones es la versión Reina-Valera 1960, por parecernos el tipo de escrito más adecuado entre contemporaneidad y pureza de redacción.

Sin embargo, el Espíritu Santo dentro de nosotros nos ha enseñado que el diablo ha dejado a través de religiosos anteriores textos anexos los cuales no son necesariamente parte de las revelaciones hechas a los colaboradores de Dios, sino adendas dadas como para dividir pasajes y dar un vistazo a lo que se está próximo a leer, además de un compendio entre relatos semejantes en otras partes del nuevo pacto. ¿Entonces cuál es la molestia, queja o reclamo, por así decirlo? Sencillo, existe un dicho que dice así: “explicación no pedida, acusación manifiesta”. De manera que, lo que inició como un favor o ayuda referencial ahora resulta ser una fuente de duda y leuda, dado que muchos hermanos y lectores hacen más caso al título que a lo escrito, constituyendo un error de forma.

El error de fondo sobresale cuando se tergiversan doctrinas a raíz de una fundamentación errónea aun del mismo texto bíblico.

¿Nuestra mejor opinión al respecto? Concretarnos a leer solamente el texto bíblico, obviando estos títulos que no forman parte directa de la revelación. Ya en no pocas veces hemos detectado estos desfases entre lo que se expresa y lo que se está escrito.

Un par de ejemplos ilustran el punto expresado del tema. En Mateo 25 se lee en el título “Parábola de las diez vírgenes” y a continuación “parábola de los talentos” cuando según el contexto del capítulo 24 Jesús habla a sus discípulos y en el 25 sigue la conversación con ellos. Y a sus discípulos nunca les habló por parábolas, sino al pueblo y a los escribas para que viendo no viesen y oyendo no oyesen, por la dureza de su corazón. Es decir, el copista asumió erróneamente era mensaje al pueblo y no, fue a sus discípulos porque Jesús sí explicó a ellos el contenido y significado de tales parábolas en lo privado. Incluso al inicio del capítulo 26 describe el Espíritu Santo que Jesús cerró el tema e inició otro. Hay que saber leer hermanos y no caer en sutilezas del hombre.

Un ejemplo de error de interpretación es que el copista titula el texto en Lucas 15:11-32: “parábola del hijo pródigo” haciendo hincapié en la transgresión del hijo, cuando debería decir “parábola del Padre amoroso” en clara referencia al acto misericordioso del padre de aceptar a su ingrato, pero al fin arrepentido hijo, pues de nada hubiese servido el arrepentimiento del hijo pródigo si el padre no le hubiese perdonado su mal actuar (extraviarse en el mundo).

Y así podremos encontrar detalles de este tipo. Por esto mismo seguimos sosteniendo que la leuda que el enemigo ha metido en las Escrituras al azuzar al hombre para que “modernice”, “actualice” y “estandarice” contenidos es para diluir el poder de la sana doctrina en un escrito meramente filosófico y moral. Pero sabemos que es necesario que esto acontezca para que el fin de los tiempos se llegue y debido a esto también pague el adversario en el lago de fuego eterno.

Lea con plena conciencia espiritual, con la unción del Espíritu Santo capítulo por capítulo y versículo por versículo, en orden y sin poner especial atención en esos títulos imprecisos.

La paz, el amor, la gracia y el poder del Señor Jesucristo es con ustedes amados hermanos, amén.

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