Amados del Todopoderoso Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo -y nuestro también por la gracia redentora del Cordero Inmolado: el Cristo de Dios, Jesucristo, nuestro Señor, Maestro, Pastor y Salvador-: gracia, salud, paz y amor sean dados en abundancia conforme a su misericordia y conforme a su necesidad, hermanos, amén.
Cada lenguaje tiene su propia reglamentación: leyes, principios, acepciones y excepciones que tienen como meta principal la uniformidad en su uso, de manera que, estando todos en el mismo canal de seguimiento e interpretación, se asegura la oportunidad de un entendimiento perfecto: sin sesgos, errores u omisiones.
Ahora, por ejemplo, adentrándonos en una de las ramas de la lingüística tenemos a la sintaxis, la ciencia que estudia el uso y funciones de las palabras dentro del idioma. Es decir, para que una lengua tenga sentido tenemos que conocer y entender cuáles palabras usamos, cómo las usamos, para qué las usamos y por qué las usamos.
Si en lo terrenal, médico, psicológico, psíquico, legal, académico, sentimental o social somos enseñados a transmitir lo mejor posible cualquier información que generemos en nuestro cerebro a otros cerebros ¿por qué no habría de extenderse este mismo criterio a la lectura de la palabra de Dios? En la escritura se menciona que tenemos la capacidad de poseer la mente de Cristo, pero ¿lo dice por mero sentido figurado, como algo de ejemplo o ideal filosófico? O ¿lo dice porque de hecho es una meta espiritual a alcanzar en realidad? Ciertamente la segunda premisa es la correcta -debe ser una meta espiritual- ¿pero lo hacemos?
Tenemos las dos funciones básicas de una oración: sujeto y predicado.
El sujeto es una estructura sintáctica que especifica al ente, persona, ser o situación que realiza una acción, pudiendo ser una sola palabra (sustantivo o pronombre) o bien un conjunto de ellas (artículo, adjetivos, conectores o incluso una preposición). Hay muchos tipos de sujeto, pero para detectarlo basta con preguntar ¿quién? o ¿quiénes?, además de que debe cambiar su género o número para dar sentido lógico a la oración.
El predicado es la parte de la oración que se encarga de definir la acción concreta que el sujeto gramatical realiza mediante el uso de verbos, así como la especificación de la misma a través del uso de otras palabras tales como adverbios, preposiciones, otros sustantivos, etcétera.
Algunos autores señalan que debería ser sujeto, verbo y predicado; pero en el caso que nos ocupa el identificar las dos partes de la oración es más que suficiente.
Muchos hermanos, al carecer de la revelación del Espíritu Santo y por tanto, con incapacidad de estructurar oraciones con sentido espiritual fidedigno -usando la mente de Cristo- distorsionan el santo mensaje de nuestro Señor Jesucristo para dar lugar a frases inexactas, incompletas, mentirosas o ambiguas las cuales tanto los indoctos, recién nacidos espirituales y aprendices consumen creyendo es el alimento espiritual, cuando es en realidad leuda tóxica que evita su crecimiento y desarrollo normales, desagradando a Dios en el acto.
Algunos ejemplos son reveladores:
Frase inexacta 1: el bautismo debe ser en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Análisis del error: la frase anterior es inexacta, porque el nombre dado a toda criatura para ser salvo es Jesucristo, el Hijo de Dios. Por tanto, el yerro se da al dar atribuciones a dos Seres erróneamente (Padre y Espíritu Santo) quienes dentro de la Deidad cumplen con otras funciones. Es decir, se triplica una misma función. Tanto el Padre como el Espíritu Santo nunca jamás fueron, son o serán carne. Solamente Jesús tuvo esa potestad, por eso solamente él pudo instituir este mandamiento a título personal, mediante la revelación del Espíritu Santo y con la venia del Padre. En consecuencia, la frase exacta es: el bautismo debe ser en el nombre del Señor Jesucristo. (ver el tema en el blog dentro del apartado de los rudimentos en nuestro sitio web)
Frase inexacta 2: la Cena del Señor Jesucristo debe celebrarse a cualquier hora y con jugo de uva y galletas.
Análisis del error. De nuevo, la frase anterior es inexacta porque, aunque se reconoce que debe celebrarse y se tiene la voluntad para hacerlo, la inexactitud radica en la temporalidad y en la forma. El término Cena explica por sí mismo que debe realizarse en la noche solamente y tanto el jugo como las galletas representan alimentos adulterados y modificados por la presencia de conservadores artificiales, levadura, y azúcares artificiales, además de saborizantes y colorantes no naturales. Entonces, se tiene la imperiosa necesidad de un pequeño pan hecho de harina de trigo lo más natural posible sin ningún tipo de aditivo artificial, saborizante, levadura o colorante. La bebida es un sencillo vino fermentado de mesa tinto. No hay vuelta de hoja y por tanto se interpreta que los niños espirituales e infantes en edad no pueden participar de este magno evento, pues es con conciencia plena de adultos. Así, la frase exacta es: la Cena del Señor Jesucristo debe celebrarse en la noche hora local y con vino de uva tinto y pan sin levadura. (ver el tema en el blog dentro del apartado de los rudimentos en nuestro sitio web)
Frase incompleta 1: Jesús es el Señor.
Análisis del error: En efecto, amados hermanos, Jesús es el Señor. Sin embargo, aquí se habla del Salvador en una despectiva tercera persona, o sea, se omite por completo la filiación o lealtad hacia el Hijo de Dios. Cualquiera que le confiese en la carne, nunca le reconocerá como su Señor, sino como un ajeno el Señor. Cualquiera que le confiese en el Espíritu, confiado dirá nuestro Señor ante quien sea, creyente o no creyente, porque su señorío NO DEPENDE de quién lo confiesa, sino de quien le dio tal potestad (el Padre). Además, el sustantivo Jesús, en nuestro parecer es irrespetuoso dirigirse hacia él de esta manera llana y simple, pues al día de hoy ya es el Rey de Reyes y no el Hijo del Hombre. Ahora Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Viviente, en virtud de lo cual nosotros, seres finitos en esta carne deberíamos, dar honra al Hijo de Dios, confesándole Jesucristo. Por tanto, la frase Jesús es el Señor, aunque gramaticalmente correcta, es fría e impropia entre seres que se aman. Así la frase con la que nos dirijamos a él debe ser: nuestro Señor Jesucristo, mucho más completa en la relación que tenemos con él, además de recordarle al mundo qué jerarquía tiene ante toda la Creación física y espiritual.
Frase Incompleta 2: Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Análisis del error: ¡Amén! ¡Aleluya! Uno de los fundamentos más fuertes de nuestra fe en el Padre. Este texto en sí es muy poderoso como para que caiga en esta categoría. ¿Por qué es así entonces? Bueno, resulta que falta el contexto que completa la idea original de lo que Jesús dejó dicho y muchos hermanos no lo perciben, sino se quedan con este versículo solamente. Sucede que ciertas corrientes sostienen que la salvación no es para todos en el sentido que no todos “tienen derecho a ser salvos” por cuestiones morales o de doctrinas, tradiciones o costumbres. Por eso mismo falta el versículo 17 de Juan 3 que completa el propósito de salvación de Dios: Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. Es decir, todos tienen el mismo derecho divino de ser sujetos a salvación SIN IMPORTAR CONDICIÓN O CIRCUNSTANCIA, como muchas religiones, sectas o denominaciones pretenden hacer o predicar. Es decir, Cristo nunca jamás condena a nadie, sino que a través de él, creyéndole y confesándole se aspira a la salvación. Por tanto, no hay dogma que contradiga y refute esto, en virtud de lo cual la frase completa a predicar es: Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
Frase mentirosa 1: Cristo te ama.
Análisis del error: Hermanos amados nuestros, con suma tristeza colocamos esta frase tan familiar, pero en realidad esconde una mentira. ¿Por qué? Porque nuestro Señor Jesucristo no ama al mundo, sino solo a sus ovejas. Por eso sale a buscarlas. No ama al mundo porque el mundo quiere de hecho arrebatar a sus ovejas y además reniega del poder, la fe y el evangelio de Cristo por medio de sus enviados (apóstoles y evangelistas) ¿Cómo amar a lo que esconde, golpea, confunde y debilita a sus ovejas? Entre hermanos es impropio decir “Cristo te ama” porque el amor es un sentimiento activo, es decir se basa en hechos y no palabras huecas. No hay evidencia en el nuevo pacto que así se saludan los hermanos. La frase verdadera es: “la paz, gracia y el amor del Señor Jesucristo es contigo, en tu espíritu” porque no son solo palabras, sino profecía, oración y esperanza en una sola frase, dada por el Espíritu Santo y sobra evidencia escrita en las salutaciones y despedidas. En el caso de los inconversos, decir “Cristo te ama” implica que él ame a los muertos y no, él no ama a los muertos espirituales, sino a los vivos en el Espíritu. ¿No resucitó a su amigo Lázaro? ¿Cómo podría amar a Lázaro cuando ya estaba fallecido? Es imposible. El amor se da entre seres vivos solamente, lo otro es un pecaminoso hábito idolátrico. La frase al inconverso en todo caso es: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”. Así SÍ se expresa el amor que Jesucristo puede dar a quien crea en él, pero primero debe creer y confesar, pues, aunque algunos puedan decir “¿pero entonces por qué murió por todos si no ama al mundo?” Pues porque el amor para que exista debe ser correspondido primero. Entonces Cristo no ama a quien no cree en él. Que haya muerto en antelación significa que él dispensa el amor a quien lo quiera tomar, pero no se puede amar a quien no quiere ser amado y esos son los inconversos.
Frase mentirosa 2: La salvación se pierde.
Esta frase pecaminosa está muy arraigada en la mente de no pocos hermanos porque el enemigo y su falta de fe se conjuntan para creer en un evangelio imperfecto, cosa abominable a Dios. ¿Cuándo Dios ha hecho algo a medias? ¿Cuándo Dios ha fallado o muestra debilidad? ¿Para qué prometer una salvación si hay chances de perderla? El Señor Jesucristo mencionó esto en Mateo 18:14: “Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños”, así como en Juan 6:39: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”. Es decir, es potestad del Padre que la fe en Jesucristo asegure la salvación plena, completa y directa y el hecho que estemos en la carne y caigamos en debilidad no significa que seamos condenados. Sería frustrante tener una religión así. Pero en la verdadera fe y viviendo en el Espíritu, el pecado deja de ser y pasa a ser una vida espiritual que honra al Padre y glorifica a nuestro Señor Jesucristo. Así que esas dos citas, entre muchas otras más exhiben la mentira impregnada en muchas conciencias.
Frase ambigua 1: Apocalipsis y Ezequiel o Daniel son lo mismo.
Análisis del error: En efecto, estos libros son referencias respecto a los postreros tiempos, así como también partes de los evangelios y las cartas epistolares. Sin embargo, la ambigüedad se halla al precisamente equipararlos como la misma cantidad, calidad y destinatario de estas informaciones. Y no, hay que precisar. Los libros antiguos son para el pueblo judío, así como ciertos pasajes de los evangelios. Pero el resto de referencias de los evangelios, así como las cartas epistolares y el apocalipsis son exclusivamente para la iglesia, los hermanos en Jesucristo dispersos en todo el orbe. No somos iguales, sino totalmente diferentes los destinatarios. Entonces los mensajes no podemos asumir sean para nosotros revolviendo o mezclando profecías o promesas porque es pecado. Pecado por cuanto se revuelve el tesoro viejo con el nuevo, el vino agrio con el dulce y el pan de vida con la leuda. De modo que la frase clarificada es: Apocalipsis es para nosotros los creyentes y Ezequiel y Daniel, no.
Frase ambigua 2: Dios te bendiga.
Análisis del error: Dios bendice al dador alegre, se puede leer en la escritura. Pero la frase “Dios te bendiga” es ambigua porque de hecho es un comando, una orden expresa hacia Dios como diciendo: “Dios: bendice esto o a esta persona a la voz de ya” asumiendo que Dios depende de esta frase para realizar esta obra que sólo es de Él ¿Quiénes somos nosotros para ordenar imperativamente a Dios? ¿Acaso Dios está sujeto a nuestros designios? ¿Tenemos el poder y sabiduría para bendecir todo cuanto se nos ocurra? La bendición, amados hermanos ya es una garantía del Padre por creer en Jesucristo como el Hijo de Dios, así que proferir esta frase es hablar un sinsentido y un despropósito. “Entonces ¿benditos los que te bendijeren y malditos los que te maldijeren está incorrecta?” Sí, porque de uso exclusivo del Padre y por tanto, no es el contexto de la iglesia pues no somos llamados a condenar o maldecir sino dar testimonio de la salvación y de la bendición que Dios da a través de Jesucristo, pues en Jesucristo la bendición se expresa deseándose mutuamente la paz, el amor, la fortaleza, etcétera. No tiene sentido decir pensando “te bendigo con bendiciones” pues caemos en una redundancia, que para la Deidad son palabras a las cuales no presta atención alguna.
Como pueden ver, amados lectores los errores doctrinales se originan porque no se sabe establecer entre lo que es sujeto, predicado, no se examina bien el contexto, se asumen posturas como verdades, se infieren doctrinas con el alma o sentimiento o mente religiosa o teológica, se establecen mandamientos como ley o principio y no tiene base sólida alguna.
El sujeto único a predicar es Jesucristo. Punto.
No se predica a iglesias, pastores, personas, congregaciones, dogmas, etcétera. Solo al único Pastor, al único Salvador, al unigénito Hijo de Dios.
El predicado único es toda acción, palabra dicho o hecho por Jesucristo. No las acciones, dichos o actividades de los emisarios, de los famosos, de los soberbios y de los suplantadores. Lo que importa es el mensaje y no el mensajero. Pero muchos prefieren al mensajero que al mensaje.
Esta clase era necesaria darla porque amados hermanos, no puede nadie que se diga de Cristo permanecer en la oscuridad, ingenuidad, ignorancia y filosofías o ideas erróneas y que conllevan andar en derrota espiritual.
Pero ya en otra oportunidad se seguirá dando este tema porque el idioma está al servicio de la humanidad para que el mensaje de CRISTO llegue impoluto al oído de los que deben ser salvos, dado que es vital oigan correcta y completamente el evangelio de salvación.
La paz, el amor, la gracia y la sabiduría del Señor Jesús sea en ustedes amados hermanos, amén.
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