Saludos hermanos del Señor Jesucristo, en virtud de creer en él como el Hijo del Dios vivo: paz, gracia y amor de Cristo Jesús -Señor nuestro- esté en su espíritu, amén. Los que estamos de peregrinos en el noreste mexicano, les externamos nuestras palabras de aliento con sumo gozo, sabiendo que se acerca el día de nuestra redención: sí, amén.
Amados creyentes: Resulta que hay un espíritu de engaño inmerso y anclado al interior de las congregaciones. Mucha hermandad considera que el Camino es una especie de religión, por cuanto resulta difícil seguirla, creerla y continuarla, porque según los falsos líderes en muchas de ellas les condicionan las riquezas inescrutables de Cristo: unos por maldad, otros por ignorancia y otros más por conveniencia.
A saber, dentro del cúmulo de doctrinas extrañas presentamos ahora para destacar la doctrina de no pecar.
Amados de Dios y de nuestro Señor Jesucristo. Por fe y basados en lo contenido en el nuevo pacto, el Señor Jesucristo nos limpia de todo pecado, es decir, la esencia mortal de pecar por consigna y por placer para así atentar contra la voluntad de Dios (que el hombre se salve por medio de Jesucristo). Pero no quiere decir que, en efecto y como por arte de magia, dejemos inmediatamente de pecar. No. Muchos hermanos caen presa de mandamientos castrantes del gozo y el poder que la hermandad debiera disfrutar mientras están aquí en esta Tierra.
El que Jesucristo nos da vida y nos limpia es que precisamente nosotros procuremos permanecer en la vida espiritual y en pulcritud, pero no por nuestras acciones humanas, terrenales o psicológicas, sino por el poder del Espíritu Santo que otorga una renunciación genuina y gradual. Es decir, de inmediato somos motivados a dejar de hacer o practicar cosas que no agradan a Dios. Pero no todas, sino las más sencillas o las que mejor sirven para mostrar un testimonio. Y ESTO NO PORQUE NOSOTROS HAYAMOS QUERIDO, sino porque al Padre le place esas conductas desaparezcan.
Al respecto, si de obras nuestras forjadas por nosotros mismos, nuestras propias fuerzas se tratan, el rango de acciones dadas se reduce a los siguientes verbos: OÍR, CREER, CONFESAR, OBEDECER, ESPERAR, y AMAR. La renunciación es consecuencia de lo anterior, no depende de nosotros hacerla, sino del Espíritu Santo dentro de nosotros. Pero el testimonio sí depende de nosotros si conjugamos los anteriores verbos en nuestra vida.
Y leyendo detenidamente no dice -textual o encubiertamente- NO PECAR. ¿O sea, qué? Que el no pecar no depende de nosotros, sino del Espíritu Santo. En otras palabras, si alguien miente, se aíra, cae en debilidad, no perdona, etcétera, es por la manifestación expresa de su carne y por el contristamiento del Espíritu. Y si alguien realiza las acciones del párrafo anterior, no peca, sino que hace la voluntad de Dios porque precisamente el Espíritu Santo obra en tal creyente.
Pero ¿no hacer drogas? ¿no fumar? ¿no emborracharse? ¿adulterar? ¿coexistir con religiosos? ¿bailar o vestir indecentemente? Son obras de la carne que nosotros no tenemos el poder de controlarlas, disminuirlas y erradicarlas porque es precisamente la obra de Dios en nosotros. El Padre requiere que primero nuestra porción del Espíritu Santo esté fuerte para entonces esa perfección se manifieste. Recordemos lo que el Señor Jesucristo dijo: “mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. ¿Por qué lo dijo en tiempo presente simple? Porque es una realidad que hasta que él no venga, el Padre entre otras cosas trabaja en perfeccionar a Sus hijos en lo que el Señor Jesús nos limpia primero de todo lazo con el pecado.
…Entonces, dejar de pecar no es nuestra misión principal, sino en esencia es creer, obedecer y promulgar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo.
- ¿Luego puedo hacer lo que quiera cuando quiera y como quiera?
- Dependiendo
- ¿De qué?
- De cuáles obras haga
- No entiendo ¿qué quiere decir?
- Como se dijo, si obra conforme a Dios, tiene el poder de hacer todo de lo que usted quiera, cuando quiera y como quiera porque cumple cabalmente la voluntad del Padre por medio del Espíritu Santo, porque su voluntad es agradar al Padre por medio de seguir el evangelio de nuestro Señor Jesucristo. En cambio, si obra conforme a su voluntad, lejos de la de Dios; bueno, ya sabe usted a lo que se atiene: a pecar, aun todo el mundo diga “es bueno”.
Así, antes de cavilar en no pecar, medite antes en reforzar su fe en la Palabra de Dios, en la doctrina del Señor Jesucristo y en seguir los consejos del Espíritu Santo.
La paz, sabiduría y gracia del Señor Jesucristo está en ustedes amados hermanos, amén.
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